El estrés es una respuesta de adaptación a nuestro entorno que involucra una interconexión entre el sistema nervioso, endocrino e inmunológico; sin embargo, la hiperactividad de esta comunicación genera alteraciones que, de no tratarse a tiempo y en conjunto con factores ambientales o genéticos, favorecen trastornos mentales como esquizofrenia, depresión o bipolaridad.
En la UNAM, Lenin Pavón, jefe del Laboratorio de Psicoinmunología, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, señaló que al estresarnos se secretan y liberan citocinas proinflamatorias (moléculas que controlan el proceso inflamatorio) en casi todo el organismo, con la finalidad de mantener el cuerpo sano ante elementos bacteriales, virales o parasitarios.
“Esta reacción química genera en el cerebro la emisión de neurotransmisores y hormonas, activa el eje hipotalámico-hipofisario- adrenal y libera glucocorticoides en apenas segundos”, expuso en la Facultad de Medicina (FM).
El estrés fue diseñado para defendernos o huir de los depredadores, el inconveniente es que hoy el individuo lo padece por el trabajo, mala relación familiar, hábitos inadecuados e incluso por el ambiente.
“Se ha vuelto un problema agudo o crónico resultado de un mal manejo de la tensión inducida por las condiciones circundantes. Si además el sujeto es propenso a los trastornos mentales, podría detonarse un cuadro clínico”, advirtió.
Consecuencias del estrés crónico
Al permanecer en esta situación, el organismo establece una respuesta inflamatoria crónica y hay repercusiones a nivel nervioso y endocrino, aunque cada quien tiene un factor de susceptibilidad diferente. Ante esta situación, el cuerpo hace lo posible por funcionar normalmente, pero su capacidad es limitada.
Pavón enfatizó que por tal motivo el estudio de las interacciones de los sistemas referidos es una manera de desarrollar mecanismos terapéuticos para el manejo adecuado del estrés crónico y sus múltiples efectos sobre la salud.
Sobre la depresión, detalló que los fármacos empleados para tratarla tienen efectos positivos las primeras 20 semanas; sin embargo, después de un año de tratamiento más del 85 por ciento de los pacientes recaen. “El efecto positivo es parcial y los sistemas inmunológico, nervioso y endocrino se empiezan a deteriorar”, añadió.
En la semana 52 el paciente está casi en las mismas condiciones que al inicio y si no recibe tratamiento recae, porque el medicamento eleva la serotonina, aunque lo demás esté desregulado. Al lograr un tono serotoninérgico adecuado, el cuadro que lo llevó a una tensión clínica se normaliza, pero al retirar el antidepresivo recae.
Para concluir, dijo que lo deseable es que el afectado no deje el fármaco, aunque el psiquiatra necesita elementos moleculares que lo ayuden a tomar una decisión sustentada.