Menos personas mueren hoy por infecciones, pero un número mayor desarrolla males crónicos, lo que implica más gastos para gobiernos e IP
A principios del siglo XX el promedio de vida mundial era de 31 años; hoy es de alrededor de 70. Esto es en gran parte el testamento de un mejor cuidado de la salud. Las vacunas dominaron a la polio y el sarampión, y la viruela fue erradicada.
Sin embargo, esos avances significan que el mundo enfrenta un nuevo desafío en el siglo XXI. Mientras menos gente muere por enfermedades infecciosas, un creciente número de personas vive lo suficiente para desarrollar condiciones crónicas como enfermedades cardiacas, cáncer, diabetes y demencia.
Eso es cierto en países ricos, como Estados Unidos, donde 86 por ciento del gasto en cuidado de salud se dirige a enfermedades no transmisibles, pero los males crónicos representan de 60 por ciento de las muertes en el mundo cada año, tres cuartas partes en los países en desarrollo.
Esta carga aumenta a medida que el desarrollo económico expone a más gente de Asia, África y América Latina a factores como el estilo de vida sedentario y mayor longevidad. El número de personas en el planeta con más de 60 años se duplicó desde 1980; este grupo representará más de uno de cada cinco personas en 2050, según la Organización Mundial de la Salud.
Una creciente cantidad de personas con dinero y con más edad, susceptibles de enfermedades crónicas, puede parecer una receta para el crecimiento de la industria de la salud.
El gasto por cuidados médicos en China se proyecta que crezca 14 por ciento al año entre 2013 y 2017, dice el Economist Intelligence Unit (EIU). Incluso un mercado maduro, como el de EU, probablemente crecerá 4.4 por ciento en el mismo periodo.
Sin embargo, esos costos crecientes son una presión para gobiernos, aseguradoras y pacientes, y plantean dudas sobre la sustentabilidad de los modelos de cuidados de salud actuales.
Desde el racionamiento de medicamentos para el cáncer en Reino Unido hasta el incremento de los gastos en los mismos pacientes de EU, la evidencia de esto es notable en todo el mundo desarrollado. Las presiones de costos no son menos severas en los países en desarrollo.
Kare Schultz, director de Operaciones de Novo Nordisk, el mayor fabricante de insulina del mundo, dice que el aumento de los costos lleva a una convergencia de los sistemas de salud, y todos los países comparten la carga entre gasto público, aseguradoras y financiamiento de los pacientes. “Europa se mueve hacia el sistema de EU y EU se mueve hacia el sistema europeo, y China se ubicará en medio”, dice.
La presión de precios no es nada nuevo en los sistemas de salud pública de Europa de un solo pagador, que desde hace mucho tiempo utiliza su poder de negociación para tener un descuento de entre 30 y 40 por ciento en el precio de los medicamentos en comparación con el mercado fragmentado de EU.
Pero hay señales de que incluso EU se volvió más consciente en los costos desde que el presidente Barack Obama impulsó un acceso más amplio al seguro de salud mediante la Ley de Cuidado de Salud Asequible.
En China, las duras medidas del gobierno contra los sobornos entre las farmacéuticas, que atrapó a la británica GlaxoSmithKline, en parte fue un reflejo del deseo de Pekín para hacer frente a los costos inflados. De igual manera, está el enfoque agresivo de India para impugnar las patentes de fármacos y aumentar la disponibilidad de los medicamentos genéricos de bajo costo.
El entorno obliga a las farmacéuticas a trabajar más duro para demostrar que sus productos y servicios ofrecen a los pacientes beneficios medibles a un costo asequible. Y se intensifican los esfuerzos para reducir el costo de desarrollo de nuevos medicamentos, que se estiman en 2 mil 560 millones de dólares.
Hay esperanzas de que el surgimiento de la tecnología digital de cuidados de salud y la proliferación de datos de pacientes que la acompaña ayuden a ofrecer soluciones. Las aplicaciones móviles y los sensores tienen el potencial de proporcionar información en tiempo real de la salud de una persona y revelar las tendencias generales de la población, lo que puede aumentar la eficiencia de investigación médica y la atención de salud.
Sin embargo, hay una gran distancia entre lo que promete esta revolución y la realidad de la infraestructura de los cuidados de salud. Pascale Richetta, vicepresidenta para Europa occidental y Canadá de AbbVie, la farmacéutica estadunidense, dice que se gastan demasiados recursos en costosos hospitales que se diseñan para cuidados intensivos, en lugar de crónicos. “Necesitamos alejar el cuidado de los hospitales para llevarlos a las casas y a la comunidad”, dice.
Añade que debe haber mayor enfoque en la prevención de enfermedades y en el diagnóstico temprano, y cita el ejemplo de los centros ambulatorios de España para ofrecer una intervención temprana contra los desórdenes musculoesqueléticos. Se estima que por cada euro que se invierte, se ahorran 11 al reducir los costos de cuidado de largo plazo y el ausentismo laboral.
“Es importante ver el gasto en cuidados de salud no solo como un costo, sino como una inversión. El énfasis debe de ser lograr una buena relación costo/precio de la inversión”, dice Ana Nicholls, especialista en cuidados de salud en la EIU.
Algunos países lo hacen mejor que otros. El índice de resultados y gasto de salud del EIU del año pasado ubicó a Japón y Singapur con mejor desempeño en sus resultados. En contraste, EU solo llegó al lugar 33, por debajo de Líbano y Costa Rica, a pesar de ser el que más gasta por persona de los 166 países del estudio.
El índice resaltó la enorme distancia entre el gasto de 9 mil 126 dólares per cápita de EU y los 96 dólares del último lugar, Sierra Leona, uno de los países más golpeados por el ébola. Este brote es un recordatorio de que los avances médicos en el último siglo no se comparten equitativamente. La esperanza de vida en África cayó desde la década de los 90 debido al sida.
Nuevos medicamentos permiten que personas con VIH tengan esperanza de vida normal, y se apresuraron las pruebas de vacunas y tratamientos prometedores contra el ébola. Hay grandes avances para enfrentar enfermedades crónicas. Pero la ciencia debe demostrar que es la parte fácil en comparación con poder satisfacer la demanda de tratamientos asequibles.
Fuente: The Financial Times
Traducción: Milenio