Al cruzar la atmósfera, los meteoroides producen efectos visuales y auditivos impresionantes. Incluso si nadie contempló su entrada en la atmósfera, son sorprendentes por el simple hecho de tratarse de rocas extraterrestres que, antes de chocar con la Tierra, han dado vueltas alrededor del Sol durante millones de años.
En la actualidad, tras años de estudio y debido a la rápida difusión de la información, la caída de esos objetos cósmicos se considera un fenómeno natural que se produce todo el año y en todas partes.
Interesada en ellos, Guadalupe Cordero Tercero, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, con el apoyo de Fernando Velázquez, posdoctorante del Centro de Ingeniería Avanzada, así como de estudiantes de doctorado y de servicio social, pretende determinar la trayectoria y dinámica de su paso por la atmósfera terrestre, mediante la instalación de una red de cámaras de video a lo largo del territorio nacional.
Cordero Tercero comentó que los resultados de estas observaciones permitirán estimar el origen de las meteoritas y, quizá, la zona de recuperación de las mismas.
De acuerdo con la investigadora, los meteoros (fenómeno luminoso que se produce cuando un meteoroide atraviesa nuestra atmósfera), comúnmente conocidos como estrellas fugaces, son la manifestación de la entrada a hipervelocidad de objetos de origen asteroidal y cometario, cuyo tamaño va de micras a metros. Por su ocurrencia, se clasifican en esporádicos y en lluvias de meteoros.
En las últimas décadas se han utilizado varios métodos para detectarlos y estudiar su entrada y comportamiento en la atmósfera terrestre; esas observaciones han permitido determinar no sólo su origen, sino también la composición y tamaño, así como recuperar algunas piezas para estudiarlas y entender un poco más su papel en la geología planetaria.
La universitaria detalló que un meteoroide es un asteroide o cometa pequeño –de menos de 10 metros y más de un milímetro de diámetro– que al ingresar a la atmósfera e interaccionar con ella produce una estrella fugaz. “Si este cuerpo celeste logra sobrevivir a la fusión, evaporación y fragmentación, se le denomina meteorita”.
La función de Citlalin Tlamina: Red Mexicana de Meteoros, es estudiar la física de la interacción meteoroide-atmósfera, recuperar y analizar meteoritas, además de servir de apoyo al ámbito de la protección civil para informar a la población sobre la naturaleza de estos objetos.
Este proyecto –apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología– tiene su parte social, pues la caída de un objeto cósmico en febrero de 2010 en Puebla e Hidalgo asustó a los habitantes de ambas entidades. “Lo importante es decirles que, como ocurre con los sismos, la caída de asteroides sucede todo el tiempo y hay que aprender a vivir con ello”.
Cordero Tercero indicó que la mayor parte de los objetos celestes que cruzan la atmósfera ingresan a velocidades de entre 11.2 y 72 kilómetros por segundo. “Es impresionante su interacción con el aire, llega un momento en que pareciera que se estrellan contra el cemento, justo en ese instante estallan y producen una enorme explosión que genera la formación de ondas de choque que causan el estallido de cristales, tal como ocurrió en Cheliábinsk, Rusia, el 15 de febrero de 2013”.
El fenómeno lumínico (meteoro) cesa a altitudes de más de 30 kilómetros, por lo que resulta difícil determinar dónde cayó. “Debido a ello vimos la necesidad de registrar su entrada en forma más sistemática y veraz; de ahí surgió la idea de establecer esta red de cámaras”.
Citlalin Tlamina (meteoro en náhuatl) estará constituida, al menos, por cinco estaciones (en cada una se colocarán cinco cámaras de video); la primera está por instalarse en la azotea del IGf y la segunda es posible que se sitúe en el techo de la caseta del Telescopio de Neutrones Solares en Sierra Negra, y “estamos en la búsqueda de otros tres sitios adecuados”.
Las meteoritas son objetos primigenios que se formaron hace más de cuatro mil 500 millones de años, su observación permitirá determinar las características físicas y químicas que había en el momento de la formación del Sistema Solar. “Son los ‘ladrillos’ con los que se formaron los planetas, entenderlas es importante para los estudiosos en el área”.
Desde el punto de vista científico, el objetivo es indagar qué pasa con ellas durante su interacción con la atmósfera terrestre, por lo que algunas de las cámaras colocadas en las estaciones tendrán rejillas de difracción que permitirán conocer el material del que están constituidas, “por si no podemos recuperarlas, pues comúnmente se desintegran en la atmósfera”.
Se pretende obtener la mayor información posible: si al fragmentarse súbitamente producen ondas sísmicas, cómo se propagan, si existen diferencias entre un sismo producido por su choque en la atmósfera o por un movimiento telúrico.
Además, abundó la especialista, queremos determinar si existen algunos patrones en la caída de los asteroides. “Pensamos que sí porque los más recientes han ocurrido, coincidentemente, en el mes de febrero de años consecutivos, por lo que existe la teoría de que podrían estar asociados a un enjambre parecido al de la lluvia de estrellas”, finalizó.