“Estar preso en el Reclusorio Preventivo Varonil Sur (RPVS) no es algo que me defina en esencia, pero describirme como una persona de estudio dice mucho de mí”, aseveró Pedro Horacio Aguilar Díaz minutos antes de defender la tesis La Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar) y la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) como grupos de presión en la toma de decisiones entre México y EU en el conflicto camionero de 2009-2011.
En el centro escolar del penal, en una pequeña aula acondicionada como sala de actos, este hombre de 51 años acudió a una cita largamente postergada, “pues desde agosto de 1986 —al acreditar todas mis materias en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM— debí haber sacado el documento, aunque las circunstancias me pusieron en otro lado”, agregó.
Frente a un jurado integrado por los profesores Valeriano Ramírez Medina, Isaí González Valadez y Fernando Ayala Blanco, Pedro Horacio explicó que con su trabajo recepcional se propuso lograr algo pocas veces visto en nuestros círculos académicos: exponer un caso reciente y local donde los llamados “grupos de presión” activaran los resortes adecuados para incidir en las medidas adoptadas por el país ante un diferendo con la Unión Americana.
“Tardé casi tres décadas en concretar esto; muchas veces cambié el proyecto, lo reelaboré, afiné y ni así obtenía lo deseado. Hace no mucho me inscribí en la carrera de Derecho, impartida por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) al interior del reclusorio —llevo el 56 por ciento de avance—, y al comprender más del ámbito legal finalmente hallé el enfoque adecuado. Al principio me mostraba reticente a matricularme en otra disciplina, al final cedí. Ya lo dije antes, soy alguien de estudio”.
Primer titulado de la UNAM en el RPVS
Tras recibirse como licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, Pedro Horacio se convirtió en el décimo alumno puma en obtener el título desde una cárcel, el primero en hacerlo en el RPVS y también el primero de la FCPyS en lograrlo bajo estas condiciones, algo posible mediante Proyecto UNAM, iniciativa de la Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal y la Universidad Nacional diseñada para apoyar a individuos recluidos.
“En realidad uno no pierde la libertad ni la esperanza del todo”, reflexionó Aguilar Díaz para luego compartir que esa conclusión le llegó tras recibir terapia y evaluar su vida desde el encierro. “Necesitaba ese impulso para retomar muchos de mis planes; sin esa ayuda jamás me hubiera decidido a cerrar este ciclo”.
Desde un inicio, al politólogo le interesó el incordio suscitado entre nuestro país y EU cuando en 2009, este último impidió el paso de camiones mexicanos a su territorio y en respuesta — por presiones de la Canacar y la Concamin— el gobierno local impuso incrementos arancelarios a varios productos estadounidenses de importación.
“Yo había seguido de cerca el caso y le escribí una carta al entonces presidente en la que proponía tomar medidas espejo ante las prohibiciones con que intentaban ponernos freno. Imaginarán mi sorpresa al adoptarse desde las más altas esferas una estrategia parecida a mi planteamiento. Ahí supe que ése sería mi tema recepcional”.
Quien alguna vez haya visitado un penal sabe lo complicado de allegarse información por el control sobre lo que entra y a la imposibilidad de conectarse a la red (para evitar extorsiones virtuales). Para sortear este inconveniente y redactar su primer borrador, el recluso pidió a sus familiares que le llevaran tres diarios con la mayor frecuencia posible: El Sol de México, El Universal y Reforma.
“En esa época mis compañeros me veían como a un loco, pues recortaba cuanta nota me parecía interesante; ellos no entendían para qué acumular y organizar tantos papelitos. Hay quienes bromean al decir que en la FCPyS sólo nos enseñan a leer periódicos, yo llevé eso al extremo y escudriñé cuantas páginas caían en mis manos. El resultado es mi tesis”.
Lazos de titanio
La historia de Pedro Horacio está ligada a Xochimilco, pues no sólo el RPVS se encuentra en esa demarcación, sino el barrio de San Juan Tlateuhchi, donde vivió toda su infancia y juventud.
“Mi familia y yo estamos ligados a esta tierra; de hecho, pertenecemos a la etnia nahuatlaca, que desde siempre estuvo aquí. Este origen no sólo nos da raigambre, sino un orgullo tan intenso que nos ha servido para salir de trances tan difíciles como éste”, señaló.
Sobre su amor por el estudio, asegura que le viene de sangre, pues su madre es educadora desde 1952 y el ejemplo materno hizo que él y sus hermanos se esforzaran por tener una formación sólida.
“Ella es un modelo a seguir tan fuerte que en los 80 fui adjunto de profesor —y no profesor adjunto, que son cosas diferentes— en la FCPyS. De hecho eso continúa, pues en el reclusorio soy docente de preparatoria abierta y enseño inglés”.
Sus horas en las aulas le han dejado una convicción que gusta repetir a quien le preste oído: “México necesita una reforma educativa y ésta no depende de lo establecido por el presidente, sino de lo que cada maestro esté en condición de dar”.
El hoy licenciado no duda al decir “yo no sería el de hoy sin mi familia. Le debo mi vocación, mis ganas de seguir e incluso mi agradecimiento por estar cuando estuve a punto de desmoronarme. Los lazos que nos unen son tan fuertes como el acero, el titanio o el material más resistente que cualquiera pueda nombrar”.
Pedro Horacio fue internado en el RPVS en 2003 y en 18 meses cumplirá con su condena, por lo que desde ahora hace planes para recuperar tanto tiempo lejos de casa.
“Llevar a buen puerto un proceso de titulación tan complicado como éste es un aliciente para recuperar bríos, ganar confianza y saberse listo para involucrarse con proyectos aparentemente destinados a no concertarse, como el de conseguir un título 29 años después”, indicó.
El día que Aguilar Díaz pise las calles tendrá no sólo una licenciatura, sino dos (la de Derecho). Tras una larga temporada de adversidades, el universitario dice que ya sueña con nuevos comienzos.
“¿Qué haré afuera?, es una buena pregunta. Quizá sea la emoción del momento, pero quiero dedicarme a la política”.