Las autoridades paquistaníes suspendieron la ejecución de un reo paralítico debido a que no supieron cómo proceder para ahorcarlo, en una cárcel de la ciudad de Faisalabad, informaron las Agencias EFE y AP.
“Cuando el responsable judicial vino para el ahorcamiento, estos tipos (los carceleros) intentaron que se pusiera en pie en el cadalso… no fue posible, así que el magistrado pospuso la ejecución”, detalló Wassam Waheed, un portavoz de Justice Project Pakistan, un grupo que ofrece asistencia letrada a los más desfavorecidos.
Abdel Basit, de 43 años, fue declarado culpable en 2009 del asesinato del tío de la mujer con la que mantenía una relación. Quedó paralítico poco después de ser sentenciado tras contraer una meningitis que no fue tratada correctamente en la cárcel.
De acuerdo con la ley paquistaní, el condenado a muerte debe caminar hasta el cadalso, pero en este caso fue imposible.
Las autoridades intentaron hacer que Basit, que se desplaza en una silla de ruedas, caminara para llevar a cabo la sentencia.
“La ejecución de Abdil Basit ha sido paralizada. La normativa no establece cómo ahorcar a un hombre paralizado. El preso debe ser capaz de permanecer de pie para ser colgado”, dijo el juez que detuvo el ajusticiamiento, Dilshad Malik.
“Es necesaria la opinión del Gobierno. El superintendente de la prisión se pondrá en contacto con el inspector general de prisiones, quien contactará con el Ministerio de Interior para resolver la cuestión”, indicó Malik.
Las organizaciones de derechos humanos confían en que el caso de Basit sirva para alertar de lo que ha significado el restablecimiento de la pena de muerte en Pakistán desde diciembre de 2014.
“En lugar de debatir cómo ejecutar a un hombre en una silla de ruedas, las autoridades de Pakistán debieran conceder un indulto a Abul Basit”, consideró Sultana Noon, una investigadora local de Amnistía Internacional (AI).
El Gobierno decidió reactivar la pena capital tras la masacre de 132 estudiantes cometida por los talibanes en una escuela de Peshawar.
Según AI, al menos 240 personas han sido ejecutadas en Pakistán desde entonces, lo que lo convierte en uno de los tres países con más ejecuciones del mundo, después de China e Irán.
Actualmente hay 8 mil condenados a muerte esperando que se cumpla la sentencia, la mayoría por asesinato.