México presenta un índice de deserción escolar del 50 por ciento, uno de los más elevados en América Latina; esta problemática es aún más compleja en los estados con altos niveles de desigualdad respecto a su ingreso, según establece la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), afirmó el diputado Yerico Abramo Masso (PRI).
Resaltó que nuestro país registra una de las proporciones más bajas de estudiantes matriculados de entre 15 y 19 años de edad, en relación con los países miembros de la OCDE.
Ante ese panorama, el diputado federal por Coahuila impulsa una iniciativa de reformas a la Ley General de Educación, a fin de implementar un programa nacional de becas a los estudiantes de escasos recursos que cursen la educación básica y media superior en instituciones públicas, cuyo otorgamiento no esté sujeto a la obtención de altos promedios escolares.
La reforma, que adiciona la fracción VIII Bis al artículo 33, de la citada ley, precisa que la meta estará en función de la disponibilidad presupuestaria, y el propósito es aumentar la matrícula escolar, así como disminuir los altos niveles de deserción.
Señaló que de acuerdo a la OCDE, la deserción escolar es un proceso de abandono que incluye una variedad de factores, tales como rendimiento académico, contexto personal y familiar, políticas educativas y condiciones del mercado laboral.
Mencionó que la falta de ingresos en los hogares mexicanos es un factor crucial en la generación de este problema, ya que del mismo se desprenden otras adversidades para los educandos y sus familias.
La escasez de recursos, abundó, genera una deficiente alimentación, lo que redunda en un bajo rendimiento académico y, a su vez, no les permite acceder a una beca.
Por otra parte, los alumnos que se localizan en poblaciones lejanas a sus centros de estudio invierten mucho tiempo y esfuerzo para trasladarse a sus escuelas, por lo que al asistir cansados a las aulas reducen sus niveles de atención y aprovechamiento escolar, así como sus posibilidades de alcanzar altos promedios académicos y, por tanto, de obtener una beca.
Además, dijo, los alumnos que proceden de familias de escasos recursos se ven en la necesidad de apoyar al ingreso familiar, por lo que destinan parte de su tiempo al trabajo, que bien podrían dedicar a las tareas escolares y a una mayor aplicación al estudio en general.