“Esto es el Ódiame más”, declaró Emilio Azcárraga Jean, luego de vencer a Cruz Azul en la épica Final del Clausura 2013, aquella gran noche que reafirmó la indispensable animadversión que produce el equipo de Coapa, los Millonetas, los Cremas, los máximos ganadores del balompié mexicano y también, el conjunto que este lunes cumple 99 años de existencia, informó el diario Récord.
El Club América nació en 1916 y su grandeza es equiparable al territorio del continente que lleva por nombre. Se fundó oficialmente un 12 de octubre de hace casi 100 años y desde entonces ha dedicado cada uno de sus días a ser un equipo diferente, a ser aquel conjunto imposible de ignorar, una institución envidiable y admirable, aquella que suma 12 títulos en Primera División y ha sido seis veces monarca de la Concacaf.
Al América le sobran razones para ser odiado; la historia; los campeonatos; la fortuna; el reconocimiento internacional. Ningún equipo del balompié mexicano ha logrado emular las 12 coronas que los azulcremas han acuñado en la era profesional; con polémica o no, el ave ha volado con todo su esplendor por casi un siglo.
El ‘Ódiame más’ llegó para resumir toda la esencia de un club caracterizado por el ego y el desplifarre, pero también por la gloria y la pasión. La exitosa década de los 80 heredó al americanismo el orgullo único de quien se sabe superior, poderoso, imbatible; todas esas cualidades dieron forma a un eslogan popularizado a comienzos del Siglo XXI, justo cuando la dinastía más lo necesitaba.
La larga sequía de los 90 castigó severamente al América, un equipo que se hizo grande gracias a los goles de Reinoso y las siempre polémicas frases de José Antonio Roca, filósofo de sangre crema que se encargó de hacer aún más férrea la rivalidad con un Rebaño cada vez más acostumbrado a voltear a la capital.
Lo que en un principio parecía una simple campaña publicitaria pasó a ser la filosofía de vida de afición y equipo. Tras el campeonato sobre Tecos en 2005, e impulsado por uno de sus principales patrocinadores, el conjunto emplumado apeló al odio de sus rivales para ser inmortalizado en su regreso al camino del éxito.
La célebre frase cayó de la mejor manera en la familia americanista, que se sabe única gracias al sello personal de sus héroes contemporáneos. Hombres como Cuauhtémoc Blanco, Salvador Cabañas o Christian Benítez, futbolistas con sabor de barrio, regalaron al club instantes de gloria que permanecerán en el recuerdo colectivo, pero sobre todo, en el dolor ajeno.
A Cruz Azul, Chivas y Pumas les sobran las razones para odiar con la amargura de saberse inferiores; los tres han caído en al menos una Final con el ahora único habitante del Estadio Azteca, ese equipo capaz de convocar a 100 mil almas con la habilidad de fusionarse para atemorizar a cualquiera.
América es ese monstruo de 99 años que se alimenta de la envidia, del miedo, del rencor de cada equipo que le rodea; al que se ama o se odia, pero siempre se nota; la institución que desde siempre ha reunido los polos más marcados de las clases sociales: el que pregona el ‘Ódiame más’ a plena consciencia de saberse enorme, titánico, como el gigantesco inmueble en el que quedarán tatuadas todas sus hazañas.