El “Einstein mexicano” que nació en Guerrero

Un grupo de niños de primaria se tomó una fotografía en San Miguel Totolapan, en Tierra Caliente de Guerrero. De eso hace ya varios años. Como la canción, de 18 que había ya nomás quedan 12. Seis fueron asesinados. Y tres lograron el milagro: llegar a la educación superior. Uno de ellos es Cristóbal García Jaimes, informó EL UNIVERSAL.

Cristóbal habla hasta por los codos. En cascada cuenta sus proyectos, una mezcla de sueños propios y ajenos: terminar el doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (o en el Massachusetts Institute of Technology); publicar a sus 19 años sus hallazgos en la prestigiada revista “Nature”; o mejor aún –le han comentado– ser el próximo premio Nobel nacional, el Einstein mexicano y hasta presidente de la República.

Se come unos tacos al pastor en el comedor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y los sueños del mañana se funden con los proyectos que están en marcha: hacer lecturas de rayos X con cinta adhesiva y llevarlo a la sierra de Guerrero; introducir el cultivo de la granadilla en la Tierra Caliente para producir biocombustibles y sustituir la siembra de amapola; impulsar coros comunitarios para sacar, o evitar, el reclutamiento de los niños con el narcotráfico; enseñar física a través de cuentacuentos…

Cuando Cristóbal tenía 15 años e ingresó a la Preparatoria 6 de Coyoacán (la fresa 6, le dice) sus compañeros le decían “indio patarrajada, regrésate a tu pueblo”.

Y sí, siempre regresaba a su pueblo, San Miguel Totolapan: todos los fines de semana iba a ver a su madre y a lavar su ropa sucia.

Hasta que uno de esos regresos se dio de manera triunfal pues bautizaron una calle con su nombre. Era la misma en la que, años atrás, vendía pan a 2.50 pesos la pieza.

Su éxito también lo hizo surcar el aire: el entonces gobernador Rogelio Ortega lo llevó de Acapulco a Zihuatanejo en helicóptero (y desde ahí miró los morados campos de amapola).

Apenas tiene 19 años y todo pareciera a su alcance; sin embargo, físico como es, no se le olvida la relatividad del tiempo. La fama, me dice, le durará unas semanas y quiere aprovecharla para impulsar el mayor número de ideas que pueda.

Él es Cristóbal Miguel García Jaimes, inventor de un acelerador de partículas que costó mil pesos y lo llenó de premios, entre ellos el Nacional de la Juventud 2014.

Sus circunstancias han sido adversas, pero a pesar de eso ha salido adelante. Este pensamiento lo llevó a cofundar y dirigir la Fundación Ciencia Sin Fronteras, que tiene como objetivo alentar a los estudiantes y “encontrar jóvenes talentos de origen indígena”, señaló.

“Mi región es una zona muy afectada, marginada y olvidada, y en la situación actual la violencia se vuelve la solución para los estudiantes y jóvenes. Quería demostrar que no es así, que se puede llegar a la paz con la ciencia”, señaló García Jaimes.

La Fundación busca “motivar” a los jóvenes e “invitarlos a que continúen estudiando, que no se queden acomplejados por ser indígenas, decirles que hay una opción al narcotráfico y la violencia”, sentenció.