Corona Capital 2015… arrancan los británicos

Sin duda The Libertines fue el show más esperado de la noche, informó Excélsior.

Ver a Pete Doherty algo recuperado de sus adicciones, con ojeras, cachetón y enjundioso, animó a prender el churro de mota, a colocarse en la lengua LSD o alguna otra sustancia que remitiera a la tormentosa adicción del británico.

Había más expectativa por ver a Carl Barât tratando de hablar español y tocar rolas como Can’t Stand me Now que volver a ver a Muse por tercera vez.

Aquellos que se adentraron al centro del escenario Doritos estuvieron ausentes de cerveza o algún estupefaciente colectivo, así que tuvieron que conformarse con bailar, durante la hora y media que tenían programada.

Adentrarse al Corona Capital 2015 no fue ninguna salvajada. Hubo tiempo para llegar al mediodía y precopear en las tiendas cercanas del Metro Ciudad Deportiva.

La caminata para ingresar a la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez casi obligó a llevar una lata de cerveza, whisky o cualquier bebida para poder llegar al inmueble.

Los más sedientos tuvieron que ingerir de golpe su bebida o dejar que los botes de basura se quedara con su gasto. Era fácil entrar y distraerse con el stand de mercancía, helados con un toque de alcohol o algún foodtruck para recargar carbohidratos, proteína o líquidos.

Los primeros acordes de Title Fight espantaron a varios hipsters que caminaban hacia el escenario Corona. Aquellas personas con coronas de flores, lentes de sol, barba abundante y camisas a cuadros se atemorizaron por los acordes hardcore de la banda.

Sin embargo, hubo algunos retrasados que emprendieron un sprint por toda la curva para adentrarse a la muchedumbre y acabar en un ciclón de rodillazos, codazos y volados accidentales.

Era la primera vez que el grupo venía y su saldo fue varios cuerpos dañados por el moshpit, sudor y caídas estrepitosas por todos aquellos que se atrevieron a volar con ayuda de los fans de la banda.

Acabó y varios exigieron un respiro: baguettes de 60 pesos, pizzas; cervezas, micheladas, mezcal y refrescos fueron el aliviane. Si el público quería consumir sin límites, necesitaba al menos mil pesos para saciar su sed, quedarse con algún souvenir del festival y volver a casa.

Los de sangre fría se aventaron de la tirolesa y aumentaron sus niveles de adrenalina mientras Death From Above 1979, destrozaba el escenario Doritos con sus trompas de elefante y locura.

El cantante y compositor de country Ryan Adams se encargó de poner el toque melancólico con una presentación de una hora en la que los gritos de los conocedores y los aplausos de los descubridores deleitaron al originario de Jacksonville, Carolina del Norte.

Como un flautista de Hamelín moderno, Adams atrajo al público al escenario Corona. Los acordes de temas como Save Me, Camp, This House Is Not For Sale y el cóver de Oasis, Wonderwall, calentaron el ambiente que había alcanzado la sensación térmica de 16 grados centígrados, pero la broma “buenas noches, nosotros somos Muse”, arrancó la risa de la gente que con cerveza, café y mano siguieron cada movimiento del músico.

Con la energía de una tarde de otoño, las primeras notas de la jornada comenzaron a aparecer en los cuatro escenarios (Corona, Doritos, Corona Light y Claro Música Tent) con The New Regime –quienes fueron los teloneros de Muse en sus presentaciones en el Palacio de los Deportes–, Wild Nothing, Always, Mothxr y Humans.

En el Corona Capital la organización y la agenda son importantes, así que aquellos con ansia de descubrir nuevos sonidos, como Halsey en el Corona Light o Skylar Spence en el Claro Música Tent, caminaban en distintas direcciones, de pronto deteniéndose para revisar en el mapa el camino, para sacar dinero, comer algo en los food trucks o en el Corona Gourmet, subirse a la rueda de la fortuna, dar un paseo por la tirolesa o dar un vistazo a los escenarios desde lo alto de la estructura que la sostiene.

A diferencia de las otras cinco ediciones que se realizaron en el mes de octubre y antes de que se lleve a cabo el cambio de horario, este año el sol se escondió a las seis de la tarde y la noche y la luna llegaron más temprano, y con ellas se acabaron las sesiones de bronceado en los jardines, aparecieron las chamarras y sudaderas, y el brillo de los diseños de iluminación encendió cada escenario.

Sí, una nueva edición y una nueva experiencia, pero no todo ha cambiado. El olor a mariguana, un año más se hizo presente mientras algunos disfrutaron del rock de The Psychedelic Furs y una gigantesca medusa flotaba entre los escenarios. Tampoco faltó el y la fan que, sobre los hombros de un amigo y frente a su artista, cantó con todo el sentimiento, incluido los ojos cerrados, alguna canción que lo transportó a un momento específico de su vida… fuera del Corona Capital.

Mientras, Richard Ashcroft, con toda su actitud británica y “huevos” para pararse en el escenario solo con su guitarra, dejó en alto el brit pop de los 90.