Tania Mora, mamá de aquel niño que perdió la vida un jueves de mayo de 2015, en manos de cinco menores que jugaron al “secuestro”, vía telefónica manifestó ante algunos medios de comunicación que se siente destrozada e impotente por la carente justicia.
En breve, la mujer dijo tener pocas palabras como respuesta a ésta acción, ya que aseguró que no le parece que sea justo que hayan liberado a uno de los menores que mataron a su hijo de una manera brutal.
En libertad. Los resultados de estudios psicológicos y neurológicos realizados a uno de los menores de 15 años acusados de la muerte del menor Christopher Raymundo, arrojaron que Eduardo de 15 años es inimputable y se ordenó su liberación.
El diagnóstico comprobó que el menor presenta un retraso mental moderado, por lo que este requiere atención o tratamiento, razones suficientes para que el juez especializado en justicia para adolescentes, Luis Francisco de León, ordenara su libertad.
Entre los resultados se destacó también que el adolescente expresa un lenguaje de un niño de cinco años, así como un razonamiento de un infante de ocho años, según quedó asentado durante una audiencia privada.
Los encargados de atender al menor en el centro de readaptación social entregaron un documento al juez donde se declaró que este tiene niveles bajos de comprensión y discernimiento, evidenciando su retraso mental.
La desgracia. Cabe recordar que Christopher, perdió la vida un 14 de mayo en la colonia Laderas de San Guillermo. Fueron cinco menores -3 hombres y dos mujeres- quienes con engaños se llevaron al niño de preescolar a un arroyo. Ahí lo ataron, lo golpearon, lo cortaron y finalmente lo mataron, todo como si fuera un secuestro con tortura. El cuerpo del niño fue localizado un día sábado enterrado y arriba de él un perro muerto.
Infierno en Laderas de San Guillermo. Fue durante esa semana de luto, donde en aquella colonia los vecinos compartieron a Entre Líneas, lo terrible que era que esos cinco menores vivieran en esa zona.
Y es que aseguraron que eran intocables, mataban perros, gatos y hasta gallinas. Nadie les podía llamar la atención, eran ingobernables y vengativos, pues llegaron a quemar por lo menos tres casas y cimbraron el terror en la colonia hasta que mataron al pequeño Christopher y fueron detenidos por la Fiscalía.