“Marcapasos cerebral, alternativa para pacientes de depresión severa”

En la zona profunda del cerebro se encuentra el centro del placer y del control del estado de ánimo. Es lo que está dañado en las personas con depresión severa. Para 30 a 40 por ciento de ellas, que ya han usado todos los medicamentos y terapias disponibles sin resultado efectivo, y que por lo mismo tienen un elevado riesgo de suicidio, existe una alternativa en la neurocirugía: un marcapasos cerebral.

Mediante la cirugía estereotáctica funcional, que se utiliza desde hace 10 años para mejorar los síntomas de la enfermedad de Parkinson y la epilepsia, también es posible terminar de inmediato con la tristeza y desánimo. En la misma sala de operaciones el individuo sonríe y se siente contento.

Así funciona esta técnica quirúrgica, que se realiza con el paciente despierto y que para el tratamiento de la depresión en México sólo se practica en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste).

Manuel Hernández Salazar, jefe de la división de neurociencias del nosocomio, explicó que luego de decenas de años de investigación a escala mundial se ha podido tener más información del cerebro, sus diferentes áreas y las funciones en las que están involucradas.
Hace apenas cuatro años concluyeron los experimentos con la neurocirugía para el tratamiento de la depresión resistente a medicamentos y terapias, y se introdujo como nueva opción para pacientes en condición de tal gravedad a causa de la desesperanza, que su vida corre peligro, advirtió el especialista.
En entrevista comentó que hace dos décadas se inició la investigación sobre este tratamiento quirúrgico, el cual consiste en colocar un dispositivo en la zona profunda del cerebro, en el llamado núcleo accumbens, y en el área específica donde los estudios de imagen ubican el daño.

La prótesis neurocibernética mide sólo 12 milímetros de largo. Es un marcapasos con cuatro electrodos que generan energía. Esa corriente de electricidad, señala, inhibe la zona disfuncional.

A diferencia de las terapias electroconvulsivas, que consisten en aplicar una descarga de corriente eléctrica a todo el órgano, el dispositivo funciona en un área específica del cerebro y con el voltaje estrictamente necesario para lograr el efecto deseado: que el paciente sonría y deje de sentirse triste, puntualizó Hernández Salazar.

Al colocarlo, los médicos hacen pruebas para comprobar que el aparato funciona. La sensación de bienestar que reporta el enfermo se corrobora mediante estudios electroencefalográficos en ese momento.
Enseguida el paciente se duerme y los cirujanos conectan el dispositivo a una fuente de energía (pila), que a su vez se coloca en la zona debajo de la clavícula, de la misma manera en que se hace con los marcapasos para cardiópatas.

Todo ha evolucionado, subrayó Hernández. Antes las baterías duraban cuatro a cinco años, ahora son recargables, tienen una vida útil hasta de 10 años y salvan la vida de las personas.

El procedimiento se empezó a realizar en el centro médico 20 de Noviembre en 2010 y desde entonces han sido intervenidos 16 pacientes de entre 19 y 74 años de edad. Todos tenían depresión severa y eran resistentes a los medicamentos y terapias sicológicas disponibles.

En todos hay mejoría de los síntomas y la recuperación de sus vidas. Vuelven a ser funcionales y, de acuerdo con el criterio de los siquiatras que les dan seguimiento, mantienen algún tratamiento farmacológico y eventualmente pueden dejar de tomarlo, señaló el médico.

El protocolo del hospital indica que los candidatos deben cumplir varios requisitos, entre ellos tener dos años de haber sido diagnosticados con depresión por dos médicos siquiatras, que hayan pasado por cuatro terapias farmacológicas, incluso las más innovadoras, así como haber estado en terapias sicológicas. Después de esto ya no hay nada que ofrecerles más que la cirugía estereotáctica funcional.

Por ahora, puntualizó el experto, porque las investigaciones continúan para localizar con mayor precisión el circuito neuronal afectado, para apagarlo y de esa forma curar en definitiva la depresión.

Algo parecido es lo que ya se realiza en personas con anorexia en otra área del sistema nervioso central. Los alcances de la neurocirugía son muy grandes y hasta hace 10 años eran inimaginables, señaló.

La Jornada