En menos de un semestre, personas que hicieron compras en noviembre con tarjetas de crédito durante la campaña comercial El Buen Fin comienzan a tronar con sus deudas, advirtió Ángel González Badillo, director de la sociedad civil Defensa del Deudor, en entrevista con La Jornada.
Así ha ocurrido en los cinco años que lleva de vida dicha iniciativa; los primeros casos nos comienzan a llegar en marzo y representan 5 por ciento del total, pero se van incrementando al paso de los meses o años, porque hay personas que todavía tienen deudas desde la primera edición de El Buen Fin, precisó.
Hasta octubre, el crédito al consumo otorgado por la banca se incrementó 9 por ciento respecto a igual mes del año pasado, al sumar 779 mil millones de pesos, en tanto la cartera vencida representó 4.48 por ciento de ese monto, es decir 34 mil 899 millones de pesos, indica el reporte más reciente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Casos de deudos con bancos se multiplicaron este año
Creada en 2008, cuando la crisis financiera multiplicó el número de deudores en el país, Defensa del Deudor no ha dejado de crecer en la medida que no cesan los problemas de cartera vencida, sobre todo con los bancos, y es cada vez más conocida entre la población.
González Badillo refirió que sólo este año el número de casos atendidos por la organización se disparó más de 30 por ciento, al sumar 26 mil 496, contra 18 mil de 2014.
El 83.5 por ciento corresponde a adeudos con bancos, sea mediante tarjeta de crédito, préstamo personal o de nómina, en ese orden. Enseguida se ubica la cartera vencida de créditos comerciales, con financieras o cajas de ahorro, hipotecarios, automotriz y también se incluyen casos de personas estafadas con créditos milagro.
En promedio los deudores de tarjeta de crédito que atiende la organización deben 150 mil pesos y en crédito al consumo de 70 a 90 mil pesos, pero hay casos hasta de 5 millones de pesos. Las campañas sobre educación financiera han resultado insuficientes, y deberían tener mayor alcance en medios masivos, dijo, como la que existe contra la enfermedad de chinkungunya.
El directivo aseveró que este año también aumentaron 30 por ciento los juicios por adeudos a los bancos a cargo de la asociación –sólo en créditos al consumo se elevaron a 480 contra contra 311 de un año antes–, y previó un repunte similar para 2016 debido a las facilidades o beneficios que ganaron los bancos con la reforma financiera para recuperar lo que han prestado.
Por ello, dijo, es importante que bajen sus tasas de interés.
Reconoció con la nueva regulación el acoso de despachos de cobranza contra los morosos se redujo de cientos de casos que recibían el año pasado a unas docenas en 2015, aunque todavía existen casos extremos como el de un cliente de Banco Azteca, cuya deuda y datos personales fueron exhibidos recientemente con letreros pegados fuera de su casa.
Consideró que es un avance que Agustín Carstens haya reconocido la semana pasada que hay sobrendeudamiento familiar, pero dijo que de nada sirve si los bancos no atienden el problema antes de que estalle, no detectan qué clientes están al límite para ofrecerles alternativas de pago, al tiempo que se evite que sigan entregando tarjetas de crédito al por mayor, como si regalaran tarjetas de presentación.
Todos los bancos tienen el mismo comportamiento, y si hay excepciones es porque ejecutivos de cuenta conocen desde hace años a los clientes afectados e interceden a su favor para restructurar su deuda. Según la Secretaría de Hacienda, en lo que va del sexenio el número de adultos que sacaron algún crédito formal pasó de 19.3 millones en 2012 a 22.1 millones en 2015.
Consideró que los mexicanos en general son pagadores y orgullosos, así que se empeñan en liquidar sus deudas en las que caen por imprevistos, como perder el trabajo o una enfermedad, pero también por falta de previsión. Pero para pagar terminan pidiendo prestado de otras maneras, sea con sus familiares, sacando más tarjetas de créditos, cayendo en los fraudes de firmas que ofrecen préstamos fácilmente y hasta con agiotistas, con lo cual se agrava más su problema porque quieren tapar un hoyo abriendo otro, advirtió.
La Jornada