Omar Chaparro fue taquero y mesero hace años; buscaba ganar su propio dinero aunque no tuviera necesidad, aun proviniendo de una familia media sin problemas económicos.
“Pero siempre fui inquieto, por eso me dedico creo a tanta cosa: a los 14 años pedí trabajo en una maquiladora de ayudante de cocina porque siempre me ha gustado la música y mi idea era comprarme un estéreo para coche, ¡fue emocionante ganar mis primeros pesos, eran 75 a la semana!
“Trabajé como taquero por año y medio, pero donde había mejores propinas fue de mesero, luego trabajé en un salón de bodas y me alquilaba de chambelán, todo en Chihuahua”, recuerda el actor.
Un día, aspirando a hacer cine y ser como Pedro Infante, uno de sus ídolos, dice, tomó sus cosas y se trasladó a la ciudad de México a ver las posibilidades de la pantalla grande.
Entró al programa Black and White, al que un día llegó el cineasta Beto Gómez (Salvando al soldado Pérez), quien lo invitó a hacer una participación en Puños rosas.
Chaparro pensó que lo demás vendría solo, pero no fue así. Pasaron ocho años para volver a un set cinematográfico con Suave Patria, cinta que coprodujo de su propio bolsillo.
“La vida me fue llevando por otros caminos, así que entrar al cine no fue fácil”, señala quien ahora es considerado imán de taquilla.
“Es complicado hacerte de un nombre en esta carrera y que de inmediato te relacionen con lo que haces, como el que cuenta chistes.
Información de: El Universal