La carrera es el alma de la cultura de los rarámuris, una forma de subsistencia para buscar víveres, pero también de diversión para esta etnia mexicana que reivindica su forma de vivir en las competiciones de los primeros Juegos Mundiales Indígenas, que se celebraron en Palmas, Brasil, del 23 de octubre al 3 de noviembre.
Uno de los atletas destacados entre los rarámuris es Silvino Cubesare, un incansable corredor de fondo que ha competido en pruebas de ultrarresistencia en España y Japón, además de su México natal, y que es capaz de recorrer 100 kilómetros en menos de nueve horas.
“Yo creo que es la naturaleza que tenemos. Nosotros nunca hemos tenido carro, desde chiquillos que corremos. Creo que por eso tenemos esa capacidad de resistencia y habilidad para la carrera”, explica a Notimex este hombre menudo, de piel morena y pelo oscuro.
En esta justa de relevancia continental, los originarios de la Sierra Madre Occidental de México, también llamados tarahumaras, son célebres por su resistencia en las carreras de fondo, y han sido considerados en ocasiones como los mejores atletas en categorías de distancias extremas (por encima de los 42 kilómetros del maratón) del mundo.
Si bien los atletas etíopes, kenianos o ugandeses suelen ganar las competiciones olímpicas de maratón gracias a la tradición de transportarse a pie y descalzos en las planicies africanas, los rarámuris son una etnia de montaña, lo que les hace grandes corredores en terrenos abruptos y desiguales como los triatlones.
“Nuestro entrenamiento para la carrera se basa fundamentalmente en nuestra vida cotidiana: hay que traer agua, que está a unos 500 metros; hay que caminar mucho tiempo para traer maíz o leña”, señaló Irma Chávez Cruz.
“Tienes que subir un gran cerro, para poder cortarla y cocinar”, explicó la indígena rarámuri que competirá en la “Olimpiada Indígena” en los ocho mil 400 metros.
“Todo eso se hace a diario y lo hacemos solos. Las comunidades están muy lejos. Por ejemplo, desde donde vivo hasta la escuela camino tres horas”, resaltó, ataviada con sus típicos huaraches, unas sandalias fabricadas con restos de neumático que utilizan los tarahumaras como única protección para los pies.
Aunque muchos rarámuris como Silvino Cubesare se han destacado en triatlones internacionales, las competiciones dentro de la comunidad –las llamadas “carrera de arihueta” para mujeres, y “carreras de bola” para los hombres son muy populares.
“La carrera es el alma. Si en la comunidad dices que va a haber una carrera de bola, se ve en la cara de la gente la alegría por el acontecimiento”, explica Chávez Cruz, que deplora sin embargo que se esté perdiendo dentro de la comunidad la tradición y las costumbres propias.
“En Chihuahua hay unas 10 mil rarámuris. He estado impartiendo talleres y me he dado cuenta que la cultura se está perdiendo. Que en parte de la sierra donde vivimos, ya no hacen las fiestas, ni las carreras. No se enseñan las cosas que se hacen. La mayoría no sabe lo que significa la carrera”, enfatizó.
Notimex/Sin Embargo