“Me voy a ir joven, mamá, por eso quiero dejar huella antes de dar el siguiente paso y que las personas que me conocieron hablen bien de mí”.
Así recuerda la señora Gladys Razo las palabras de su hija Daniela Ayón, quien falleció en el avión de Germanwings que se estrelló en los Alpes franceses la madrugada de ayer.
Daniela era mi adoración. Era una luz que ahora nos ilumina desde arriba”, cuenta la mamá de la experta en yoga y meditación, al decirse sorprendida por la cantidad de mensajes de cariño y admiración que amigos y alumnos de su hija estaban publicando en la página de Facebook.
En el último mensaje de video que Daniela envió a su madre, le dijo que su viaje a Barcelona y Ámsterdam fue extraordinario. “Estoy feliz porque vi a mi exjefa de Nestlé. Estoy contentísima”.
Daniela trabajó para Nestlé en España, cuenta orgullosa doña Gladys, pero dejó el trabajo para irse a estudiar a Australia. “Hasta perdió la nacionalidad española con tal de seguir viajando”, cuenta.
En una conversación con Excélsior, la señora Gladys hizo un recuento de las cosas en las que creía su hija y las que la hacían feliz. “Ella le dio la vuelta al mundo dos veces. Le encantaba viajar”, presume.
Se dijo muy ansiosa tras conocer la noticia del accidente de su hija y dijo que gracias a que sus amigas estaban ahí con ella no se había derrumbado todavía. Sin embargo, el papá de Daniela estaba preparándose para irse a Francia hoy por la mañana. “Está desesperado”, dijo, triste, doña Gladys.
La familia Ayón Razo es de Tampico, Tamaulipas. Ahí nació Daniela el 17 de marzo de 1979, acababa de cumplir 36 años. Estudió comercio internacional en el Tec de Monterrey y luego hizo una maestría en comunicación empresarial en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ciudad donde luego trabajaría para la transnacional Nestlé.
“Ella decía que hay que hacer siempre lo posible, volver conocido lo desconocido y no tenerle miedo a nada”, cuenta doña Gladys.
Comenta que el viaje a Áms-terdam y Barcelona lo hizo para festejar sus 36 años. “Ella quiso pasar su cumpleaños allá”.
La mamá de Daniela dice que cuando su hija estaba de viaje le llamaba dos veces al día y que si era de noche por la diferencia de horarios, le enviaba mensajes en video para contarle sus experiencias.
Ella quería dejar huella, narra doña Gladys. “Me decía que la vida es un juego y hay que saber jugarlo”.
Su mamá dice que el sueño de Daniela siempre fue enseñar yoga y que siempre hizo todo lo que pudo para cumplir sus sueños.
Así, Daniela creó su propia empresa, Danisha Meditation Training, y se dedicaba a recorrer el país dando cursos de yoga y meditaciones avaladas por la Asociación de Yoga & Meditación de India.
“Le pedían cursos y meditaciones de todas partes del país. Ya tenía agendados todos los fines de semana hasta agosto”, narra su mamá.
“Se fue a estudiar a Australia y allá trabajó dando un curso de cómo estudiar fuera de México sin tantos recursos”, dice orgullosa.
“Ella me decía ‘eres mi maestra, siempre has sido mi maestra’, pero la maestra era ella, mi maestra de vida”, recuerda doña Gladys Razo.
La señora de Ayón se dice sorprendida por todo el amor, los comentarios y agradecimientos que la gente empezó a publicar en el muro de Daniela en Facebook. “A donde quiera que fuera había gente que la quería. No sé cómo lo hacía”.
Daniela vivía en Playa del Carmen y toda su familia había quedado de visitarla la próxima semana para pasar con ella las vacaciones de Semana Santa.
“Ahora vamos a ir a Playa del Carmen, todos, a estar con ella aunque sea en espíritu, porque Daniela era una luz, una luz muy grande que ahora nos ilumina desde arriba”.