Ecuador sufrió el sábado su peor terremoto en casi cuatro décadas, con un saldo de al menos 77 muertos, cientos de heridos y daños considerables en Guayaquil, la ciudad más poblada del país, y en otras zonas costeras, informó la Agencia EFE.
Las autoridades dijeron que esperaban que la cifra de muertos siga aumentando en las próximas horas, mientras decenas de réplicas seguían sacudiendo el litoral del país.
El sismo, que ocurrió por la noche frente a las costas de la nación andina a una profundidad de 19 kilómetros según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), desató el pánico.
“La gente estaba descontrolada evacuando del sector, se partieron vidrios, pedazo de techos y todos nerviosos, salimos descalzos a la calle”, dijo María Jaramillo, una empleada de una empresa privada de 36 años, que estaba en un hotel de Guayaquil por trabajo.
Muchas casas se habían derrumbado en Guayaquil, otras estaban cuarteadas, un puente había colapsado aplastando un auto y los escombros obstruían varias calles. La gente se amontonaba fuera de sus hogares, temerosa de las réplicas.
Los daños era considerables en los alrededores del epicentro, registrado cerca de la localidad de Pedernales, y en otras ciudades, según el Instituto Geofísico de Ecuador.
El terremoto fue el más fuerte desde el sismo de magnitud7,7 que golpeó al país en diciembre de 1979 y causó entonces unos 600 muertos y 20.000 heridos, según el USGS.
“Al momento la cifra de fallecidos confirmados llega a 77, pero prevemos que esta cifra desgraciadamente va a aumentar con el pasar de las horas”, dijo en la madrugada del domingo el vicepresidente Jorge Glas en cadena nacional desde Quito, detallando que los heridos sumaban 588.
“Sabemos que hay ciudadanos en medio de los escombros que tienen que ser rescatados”, agregó.
El funcionario comentó que ya comenzaba a llegar la ayuda de otros países y que ministros estaban desplazándose a las zonas más afectadas.
“Pueblos devastados”
El Gobierno dijo que estaba movilizando a 13.500 efectivos de las fuerzas de seguridad para garantizar el orden público y declaró el estado de emergencia en seis provincias de la costa.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, decidió regresar anticipadamente de un viaje por Italia, urgiendo a sus compatriotas a mantener la calma.
“Todo se puede reconstruir, pero no se puede reconstruir lasvidas perdidas y eso es lo que más nos duele”, dijo Correa desdeRoma por el canal público Ecuador TV.
El mandatario aseguró que se activaron líneas de crédito de contingencia con organismos multilaterales por 600 millones de dólares para atender la emergencia.
En algunas partes de Quito, a 170 kilómetros del epicentro,se reportaron cortes de electricidad y de los servicios telefónicos, pero el alcalde de la ciudad, Mauricio Rodas, dijo que la situación era en general de normalidad y que no había reportes de víctimas.
El terremoto se sintió con más violencia en ciudades como Manta, a orillas del Pacífico, donde se derrumbó la torre de control del aeropuerto local.
“Empezó como un bramido y como que se alzaba el piso, fuefatal”, dijo Ramón Solórzano, un comerciante de 46 años de esaciudad aún con su voz temblorosa. “Las calles están cuarteadas.No hay luz y el teléfono está colapsado”.
Al norte de Manta, en el turístico cantón de Pedernales, lasituación era crítica.
El alcalde de la localidad, que se caracteriza po rconstrucciones rústicas y pequeños hoteles a la vera del mar, dijo a Teleamazonas que había “decenas y decenas de fallecidos”, que todos los edificios estaban caídos y que no podían hacer más que esperar ayuda.
“Hay poblados totalmente devastados. No se puede llegar más allá porque estamos oscuros (sin luz) tengo informe de la carretera obstruida. Es catastrófico lo que ha pasado acá en Pedernales y tengo entendido que en otros cantones”, dijo el alcalde Gabriel Alcívar más tarde a una radio local.
El vicepresidente dijo que les estaba costando a los equipos de emergencia llegar a la zona de Pedernales.
Aunque la producción petrolera de Ecuador, el miembro más pequeño de la OPEP, no había sido afectada por el terremoto, las autoridades suspendieron las actividades en la refinería Esmeraldas, en la costa del Pacífico, y en poliductos por precaución.