Manuel Monroy Sánchez, de apenas 8 años de edad, llegó a la tienda de abarrotes “Reyna” a visitar a su abuela. El local es de esos que se construyen en los patios delanteros de las viviendas, con el fin de tener un ingreso, ante la falta de trabajo en la entidad.
La clásica “tiendita de la esquina”, pintada de azul con amarillo y adornada con un montón de letreros de Coca-Cola fueron, en viernes 22 de abril, el nuevo escenario de la encarnación de la violencia al más puro estilo del “Veracruz próspero”. Ahí murió Manuel por presenciar una ejecución.
José Eduardo García Drullut, de 26 años de edad, vivía en la calle Encinos, de la colonia La Sabana. El pasado 16 de abril fue detenido por la Policía en posesión de casi 5 kilogramos de hierba verde en su modalidad mariguana, pero quedó libre tras 72 horas. Apenas el miércoles volvió a caer en la cárcel, aunque esta vez por alterar el orden público.
Pero este viernes fue alcanzado por la muerte, literalmente. Cuando el joven se dirigía a su casa, comenzó a ser perseguido por dos hombres armados y en su desesperación se metió a la calle Naranjos, también de la colonia La Sabana, misma que ha sido punto de al menos cinco ejecuciones más en lo que va del año.
Quién sabe por qué José García imaginó que dentro del local de abarrotes “Reyna” podría escapar de sus perseguidores, pero falló. Y no sólo eso: condenó a Manuelito.
Los sujetos que iban detrás fueron directamente contra José, descargaron cinco veces su arma y él quedó tendido boca abajo, entre un estante de sabritas y una silla con una hielera llena de tortillas calientes. Pero eso no era todo.
Manuelito había observado el incidente, aunque ya no tuvo tiempo de pensar en algo más. El niño corrió hacia la casa que se conecta con el local, pero también fue seguido y asesinado de tres balazos.
Descalzo, su cuerpo de niño yace mancillado por su propia sangre sobre el vitropiso. A lado llora su abuelita, impotente. El short del pequeño era blanco, pero ahora es rojo. Su camisa está empapada y su mano derecha se recargó sobre su vientre como para evitar que se le escapara la vida.
Las autoridades ministeriales y la policía llegaron. Tomaron fotos, ya conocen el procedimiento. Acordonaron y se quedaron inmóviles en el lugar.
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