*Crónica de Pedro Díaz G. de Excélsior
Estoi bien aburrido en mi kaza….
Así se estrena Sergio Oros Sánchez en julio de 2011 en su cuenta de Twitter. Solo hará tres posteos.
Los cuatro puntos suspensivos, las zetas y las kas son lo de menos. El maldito aburrimiento.
El calor de Reynosa es insoportable. Ya asoma la canícula, los cuarenta días más calientes del año, esos que enloquecen y hacen delirar hasta a los puercos.
En esta época la temperatura se eleva a más de 40 grados y la sensación térmica es aún mayor. La gente acá crece torva, airada y fiera.
Parece que nada sucede en este pueblo en julio de 2011. Sería hasta sensato morir de aburrimiento.
Pero saliendo de San Fernando un comando secuestra cuatro autobuses de las líneas ADO, Futura y dos de Transpaís, con todo el cupo de pasajeros a bordo. Sí, allá van los 72 muertos de San Fernando.
Y cuando acaba el mes se incendian tres pipas de combustibles en la carretera Reynosa-Rio Bravo Tamaulipas.
En este territorio de caminos ajados sobrevivir es una proeza diaria.
‘Eztoi bien aburrido en mi kaza….’, escribe Sergio Oros a sus 16 años.
Maldito ocio.
* * *
26 de abril, 2016.
Sergio es obrero de una maquiladora, pero hoy no fue a trabajar. Llega de emergencia al hospital, porque, dice, su hijastra se había caído y no reaccionaba.
Son las 18:15 horas y agentes estatales arriban al Materno Infantil de Reynosa.
Fue la trabajadora social quien les llamó. Victoria Berenice Oros Torres, de cuatro años, había llegado a quirófano, muerta; tenía múltiples heridas sangrantes y hematomas en piernas, brazos, espalda y rostro, así como evidencias de reciente abuso sexual. Junto con el nerviosismo de Sergio obligaron a la presencia de las autoridades.
A Noé Hinojosa Villarreal, comandante al mando, los médicos le dan los pormenores: la pequeña presenta severos hematomas en brazos, piernas y en el cuerpo, además de apreciarse posible abuso sexual.
El primero en ser interrogado es Sergio Oros Sánchez, quien ya tiene 22 años.
Ella se levantaba en las noches, como sonámbula y en varias ocasiones se caía y se golpeaba… Eso era lo que pasaba, porque yo nunca la golpeé”, les jura.
Los oficiales no le creen. Así que vámonos a la Procu. Verónica Yaneth Torres Urbano, madre de Victoria Berenice, tiene 32 años, es originaria de León, Guanajuato, y también es llevada ante el agente del Ministerio Público tercero, Jorge Sánchez Fernández, con la esperanza de que la verdad salga a relucir y se proceda conforme a la ley.
Todo se cae en los interrogatorios. En la Procuraduría General de Justicia en el Estado Sergio trata, sin conseguirlo, de confundir a las autoridades. Cuenta que la niña había sufrido una caída, pero termina confesando que la golpeó, ya que con ella sostenía relaciones sexuales en forma anal.
“…Es que yo nunca la maltraté, cuando lo hacíamos era con mucho cuidado y ella lo tomaba como algo muy normal, por eso nunca le dijo a su mamá lo que pasaba entre nosotros cuando ella estaba ausente”, queda establecido en el acta ministerial 48/2016.
La única buena noticia es que está detenido. Y se va directo al Centro de Ejecución de Sanciones. El licenciado Jorge Carlos Sánchez Fernández indica que la averiguación previa penal constará de un cúmulo de pruebas, suficientes para que el juez penal gire la orden de aprehensión y quede legalmente tras las rejas.
Solo queda esperar. Sus vecinos no lo pueden creer.
Ya le llaman ‘la escoria de Reynosa’.
Es inocultable la aberración hacia él.
* * *
26 de abril de 2016, por la tarde. Calle Laureles 464 del fraccionamiento Villa Florida, sector 25, Reynosa, Tamaulipas.
Sergio y Verónica tienen dos años de casados, y aunque no es hija de Sergio, la niña lleva sus apellidos.
En el barrio son poco conocidos, pues acaban de llegar a la colonia.
A él sus vecinos lo ubican porque lo veían salir acompañado de la niña a comprar tacos a una taquería cercana a su casa.
Pero lo que sucede tras estas paredes verdes es una pesadilla cuando Victoria Berenice se queda a solas con su padrastro. Nadie lo nota.
Había sido abusada por primera vez hacía un mes. La razón, según argumentará Sergio más tarde, porque su esposa “estaba embarazada”.
Esta vez la pequeña se resistirá. Al Sergio intentarlo nuevamente, la niña se opone, por lo que la golpea una y otra y otra vez, hasta dejarla inconsciente.
Sergio Oros Sánchez dijo que, cuando consumaba la violación en la recámara, Berenice comenzó a convulsionarse, y que al verla así decidió llevarla a un médico particular, quien a su vez le recomendó que la trasladara a un hospital, porque el estado de salud de la niña era grave.
Los vecinos comentan que lo veían muy tranquilo.
Yo lo conocía de vista, pues tenía poco de vivir aquí en el barrio. Varias veces vino a comprar comestibles, pero poco hablaba con los vecinos por eso no sabíamos nada de él, ni de su entorno familiar”, dice el encargado de una tienda.
La dueña de una taquería habló varias veces con Sergio y por él supo que desde hacía unos días cuidaba a la bebé y a otro hijo procreado en su matrimonio con Verónica Yaneth Torres Urbano.
De la mujer nada se sabe.
Casi no la veían porque, o no salía, o porque se encontraba trabajando. En resumen lo que los habitantes de Villa Florida comentaban es que la mujer trabajaba y él cuidaba de los niños.
Ella argumenta ante la autoridad que desconocía los abusos de Sergio.
Para los investigadores resulta increíble, pero el fiscal indica que en el caso de Verónica, tendrán que trabajar más a fondo, con el propósito de no cometer una injusticia.
“No habrá pena que le alcance para pagar lo que le hizo a este angelito”, comenta la dueña de la taquería “Arderá en el infierno”
Así lo ven todos, con odio.
* * *
2 de mayo, 2016.
Solo cinco días permanece Sergio Oros Sánchez, ‘la escoria de Reynosa’, tras los barrotes de la prisión. Hoy le toca morir.
Será en el Área de Observación, donde el recluido esperaba que el juez resolviera su situación jurídica, pues había ampliado el término constitucional de 72 a 144 horas.
Y es que hay una ley no escrita en las cárceles. Muerte a los violadores de niños.
No será diferente en esta ocasión. Se cumple.
A Oros lo increpa su propio compañero de celda, quien le sugiere relaciones sexuales para hacerlo enojar. A pesar de que Sergio, el asesino de la niña, mide 1.80 metros de estatura, pronto es sometido. Y es golpeado sin misericordia en diferentes partes del cuerpo. El alboroto hace que los custodios lleguen apresurados, pero nada pueden hacer.
Sergio es ya solo una masa de carne inerte. De acuerdo con la versión de sus compañeros, sostuvo una acalorada discusión con uno de ellos, que solo pudo detener la llegada de la muerte.
El fiscal cuarto investigador, Lorenzo Flores Soto, gira instrucciones para que elementos de la Policía Ministerial del Estado se avoquen a las pesquisas.
El comandante Noé Hinojosa Villarreal indica que se abrieron varias líneas de investigación con la finalidad de conocer con exactitud la identidad de los involucrados en la riña. Adelanta que se interrogará a los compañeros de celdas, custodios y demás personal del Centro de Ejecución de Sanciones.
Una vez conociendo la identidad de él o los presuntos, los pondríamos como presentados ante el fiscal que conoce del caso para su consignación a un juzgado penal donde sería o serían procesados”, informa.
Apenas el pasado fin de semana, el fiscal tercero investigador, Jorge Carlos Sánchez Fernández, ejercitó acción penal en contra de Sergio por homicidio calificado y violación. En el juzgado primero, el proceso quedará como caso concluido, pues al morir el inculpado se extingue la acción penal.
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Sergio Oros Sánchez estaba aburrido a los 16 años.
Murió a los 22, repudiado por sus actos.