La petición del gobierno mexicano al Fondo Monetario Internacional para extender por dos años la disponibilidad de una línea de crédito por hasta 88 mil millones de dólares puede ser interpretada como el reconocimiento de que el país tiene una insuficiencia de reservas para enfrentar la volatilidad internacional y de que la economía es más vulnerable de lo que las autoridades declaran públicamente, aseguró Moody’s Analytics.
El viernes pasado el FMI aprobó la solicitud de la Secretaría de Hacienda y el Banco de México para extender por dos años y aumentar de 67 mil millones a 88 mil millones de dólares una línea de crédito flexible (LCF) de la que pueden disponer las autoridades mexicanas, sin ningún condicionamiento en materia económica, como ocurre con los programas tradicionales del Fondo.
La noticia ha sido bien recibida por los mercados y ampliamente destacada por las autoridades, comentó este miércoles José Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics.
Tanto las autoridades como el FMI dicen que es un reconocimiento al buen manejo de las políticas y la solidez macroeconómica. Más allá de ello y de que dicho crédito es como un seguro que puede usarse solo en caso necesario, la compra de dicha protección financiera puede tener varias razones posibles, sostuvo el especialista.
Primero, solicitar un complemento de recursos externos podría indicar una insuficiencia de reservas internacionales para hacer frente a un ataque especulativo o a una salida abrupta de capitales.
Las reservas actuales, en torno a 177 mil millones de dólares, sólo representan 16 por ciento del producto interno bruto (PIB), y aún con la línea de crédito solo alcanzan 25 por ciento del PIB. Dicho nivel es menor al 32 por ciento que representan en Perú, una economía que es una quinta parte de la mexicana, dijo
En segundo lugar, “es posible que la vulnerabilidad de la economía sea mayor de lo que se declara públicamente. El país sigue funcionando con un desajuste fiscal, un creciente endeudamiento público, y una aceleración del desequilibrio externo. El peso mexicano es la moneda latinoamericana más depreciada en lo que va del año, seguida por el peso argentino”, expuso.
Tercero, a pesar de las reformas, México no es el país latinoamericano con menor riesgo ante los ojos de los inversionistas.
En términos del riesgo-país, México, medido por el diferencial entre la tasa de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos y los mexicanos, o por la prima de riesgo ante un posible incumplimiento, México ocupa el tercer y cuarto lugar, respectivamente. Los países con menor riesgo siguen siendo Chile y Perú, seguido por Colombia, agregó.
Asimismo, la depreciación del peso en lo que va del año también podría encontrar explicación en la pérdida de competitividad del mercado de bonos mexicanos. Esto implica que las tasas de interés en México son menos atractivas, por lo que el mejor mecanismo monetario a usar no es salir a vender dólares sino más bien subir la tasa de interés.
“Por lo tanto, la línea de crédito flexible no constituye una protección contra la depreciación del tipo de cambio, porque esta depende de los riesgos y vulnerabilidades propios de la economía. La línea de crédito solo ayudará a suavizar la volatilidad cambiaria pero no evitará la depreciación del peso”, consideró Coutiño.
Fuente: La Jornada