La estadística de suicidios en España arroja un dato escalofriante: casi 11 casos al día. La cifra se ha incrementado durante la crisis, y en los medios de comunicación viene siendo habitual en los últimos años la aparición esporádica de casos relacionados directamente con procesos de desahucio.
En RT nos hemos preguntado hasta qué punto los desahucios, esa dramática consecuencia de la crisis financiera, son a su vez causa de suicidios y por qué lo son con tanta frecuencia. Y también nos hemos interesado por el impacto que tienen en la salud de las personas.
La estadística de suicidios en España arroja un dato escalofriante: casi 11 casos al día. La cifra se ha incrementado durante la crisis, y en los medios de comunicación viene siendo habitual en los últimos años la aparición esporádica de casos relacionados directamente con procesos de desahucio.
La policía regional catalana se lanza con equipos antidisturbios contra los manifestantes durante una protesta por el desalojo de los ocupantes del ‘banco expropiado’, en Barcelona, España, el 29 de mayo 2016.La policía regional catalana se lanza con equipos antidisturbios contra los manifestantes durante una protesta por el desalojo de los ocupantes del ‘banco expropiado’, en Barcelona, España, el 29 de mayo 2016.Albert GeaReuters
En RT nos hemos preguntado hasta qué punto los desahucios, esa dramática consecuencia de la crisis financiera, son a su vez causa de suicidios y por qué lo son con tanta frecuencia. Y también nos hemos interesado por el impacto que tienen en la salud de las personas.
Turquía, el 12 de junio de 2013.”Me desnudaron y obligaron a hacer sentadillas. Decían ‘Te vas a ir a tu puto país'”
Incluso a simple vista, se entiende que un desahucio no es simplemente la culminación del proceso legal y administrativo por el que se desposee a una persona de su vivienda, sino también la entrada a un mundo lleno de dificultades sociales y emocionales, por el que las personas transitan a veces sin recursos suficientes para superarlas. Por la manera en que se ejecutan los desahucios y por los estragos que estos causan en la sociedad (siendo el más extremo de ellos este significativo incremento de los suicidios), todo indica que las autoridades y las instituciones no parecen ser plenamente conscientes de las profundas implicaciones psicosociales de este fenómeno o que, al menos, no han desarrollado la sensibilidad suficiente.
Habitualmente, todo empieza con la pérdida del trabajo y de la posibilidad de afrontar las deudas normales de la propia vida, desde las cuestiones más básicas hasta las deudas financieras
Comparte esta opinión Luis Chamarro, coordinador de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Madrid, una de las asociaciones que más visibilidad ha ganado en España, y no por casualidad: su trabajo ha logrado paralizar más de 2.000 desahucios y ya han realojado a unas 2.500 personas, además de intervenir con éxito en la legislación para favorecer y defender de abusos a las familias con problemas hipotecarios.
“En la PAH trabajamos con el concepto de ‘desahucio vital'” explica Chamarro, en alusión al fuerte impacto que tienen en la vida estos crueles procesos legales, que llegan a afectar seriamente a la salud de las personas: “Habitualmente, todo empieza con la pérdida del trabajo y de la posibilidad de afrontar las deudas normales de la propia vida, desde las cuestiones más básicas hasta las deudas financieras”.
Una amiga de Ángeles Lugilde llora durante su desalojo en Avilés, norte de España, el 20 de abril de 2015. Eloy AlonsoReuters
El 100 % de las familias afectadas por un proceso de desahucio sufren problemas de salud
Esa situación de indefensión no tarda en generar problemas: Chamarro señala que “el 100 % de las familias afectadas por un proceso de desahucio sufren problemas de salud. Principalmente afectación psicológica, pero también múltiples problemas de salud física, de los que el 50 % son padecimientos de carácter grave. Hay un problema de ansiedad continuo, con todos sus derivados: insomnio y alteraciones de la conducta alimentaria (agravados por el hecho de que a veces ni siquiera se tiene dinero para llevar una dieta medianamente equilibrada). Y, por otra parte, suelen agravarse los problemas que ya tenga la persona previamente: afecciones cardiacas, coronarias… esos casos son muy numerosos: el número de fallecimientos por infarto es significativamente alto”.
En cuanto al problema de los suicidios, explica que “la mayor parte de la gente no pide ayuda, no sabe defenderse. De ahí se deriva el incremento de los suicidios. En la cifra oficial, de casi 11 suicidios diarios, no se explican las causas. Pero nosotros manejamos datos suficientes como para decir, incluso aplicando un principio de prudencia, que más de la mitad, es decir, más de 5 al día, tienen que ver con la situación económica”.
La mayor parte de la gente no pide ayuda, no sabe defenderse. De ahí se deriva el incremento de los suicidios
Preguntamos a Luis Chamarro cómo puede ayudar su plataforma a paliar esta terrible consecuencia de los desahucios: “Enseñándoles a vivir en esas circunstancias, revirtiendo el orden de prioridades y dejándoles claro que, desde el punto de vista legal, solo hay que querer defenderse para poder salir de la situación”.
Para ello, la PAH no cuenta con profesionales, sino con la voluntad de los colaboradores y con la solidaridad y el apoyo mutuo de los afectados entre sí.
Uno de esos afectados es Kristian, un malagueño afincado en Bilbao que perdió la vivienda familiar hace más de 5 años. Accede a contarnos su experiencia: “Nosotros teníamos una empresa familiar de construcción que funcionaba bien, en plena burbuja, y llegó un momento en que la crisis lo paralizó todo. Empezamos a tener impagos, demoras de nuestros clientes, retrasos, cobros pendientes… y la empresa tuvo cerrar. Uno de los primeros casos de la parálisis del sector durante la crisis inmobiliaria fue el nuestro”.
Nosotros teníamos una empresa familiar de construcción que funcionaba bien, en plena burbuja, y llegó un momento en que la crisis lo paralizó todo
Y también fue uno de los más representativos. Lo que nos relata a continuación, retrata uno de los problemas más graves y habituales que se dieron durante la burbuja inmobiliaria española y contribuyeron a su tóxico crecimiento: la desinformación generalizada de los ciudadanos frente a productos financieros complejos, que aceptaban confiando ciegamente en el banco de turno. “Pedimos rehipotecar la casa y, cuando nos dirigimos al banco, la verdad es que no entendíamos nada de esos temas. Aceptamos una hipoteca con euribor variable y no se qué más… nos vendieron la moto. No entendíamos bien los detalles y, solo con el tiempo, llegamos a entender el tipo de trato tan oscuro que habíamos firmado. Por la variabilidad del euribor, en un tiempo muy corto, pasamos a pagar 900 a 1.700 euros, casi el doble”.
Soledad Salazar, de 36 años, llora antes de enterarse de que su desalojo fue suspendido temporalmente, Torrejón de Ardoz, cerca de Madrid, el 10 de Abril de 2015.Soledad Salazar, de 36 años, llora antes de enterarse de que su desalojo fue suspendido temporalmente, Torrejón de Ardoz, cerca de Madrid, el 10 de Abril de 2015.Andrea ComasReuters
Y ya no había vuelta atrás: “Cuando empezaron los problemas —continúa Kristian—, intentamos pactar con el banco de mil maneras; al fin y al cabo, ellos nos conocían y sabían como trabajábamos, sabían también los motivos de nuestro cierre: los impagos de nuestros clientes, los pagos aplazados… pues nada, no aceptaban ninguna fórmula alternativa: solo querían desahuciarnos y quedarse con la vivienda”. El mismo 1 de enero de 2011 tuvieron que entregar la llave a la entidad bancaria.
Para nosotros, lo peor de todo fue la sensación de fracaso. De mis padres, sobre todo. Para ellos, que eran mayores, fue muy difícil superarlo. Mi madre estuvo muchos meses con ansiedad y depresión
La experiencia de Kristian refleja perfectamente la dinámica macroeconómica que, en España, ha producido una escalofriante cifra de desahucios. Y aunque sus circunstancias personales amortiguaron razonablemente un golpe que hubiera podido ser mucho más duro, su experiencia también incluye los rasgos dramáticos propios de los desahucios: “Para nosotros, lo peor de todo fue la sensación de fracaso. De mis padres, sobre todo. Para ellos, que eran mayores, fue muy difícil superarlo. Mi madre estuvo muchos meses con ansiedad y depresión y temíamos por la salud de mi padre, que tenía problemas coronarios y había sufrido algunos infartos. Yo mismo tuve una época en la que necesité alejarme de todo eso y me salí. Fue mi hermano el que se hizo cargo y me iba informando… me hubiera gustado llevarlo mejor, resistir más. Fue muy necesaria la solidaridad familiar. Por suerte, somos una familia grande y pudimos salir adelante entre todos. Como vivíamos en un pueblo pequeño, la gente era cercana y, de vez en cuando, nos ofrecieron ayuda”.
Desafortunadamente, no todos cuentan con circunstancias suficientemente favorables. El propio Kristian nos cuenta que un compañero, un gestor de otra empresa, muy cercano y ocasional colaborador, se suicidó unos años después.
¿Como influyen los desahucios en el ánimo de las personas? Y, sobre todo, ¿cómo pueden derivar en suicidio con tanta frecuencia? Say Lindell, psicólogo y activista en la campaña Vivir Dignamente en Málaga, nos ayuda a comprenderlo.
Ante un proceso de este tipo, indica que “lo más previsible es la ansiedad y la inestabilidad emocional. Las personas que están sufriendo la posibilidad de un desahucio se encuentran ante una situación muy estresante, que no controlan, que les genera muchísima inseguridad: un mundo para el que no están preparados y para el que no tienen recursos suficientes”.
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