Acababa de abastecer combustible a su vehículo, pero la sed le obligó a regresar por un refresco a la tienda.
Al ingresar se percató que una persona encapuchada forcejeaba con el encargado del comercio tratando de evitar un robo.
En ese instante fue cuando Alfonso Miramontes, quien regresaba con su esposa y una amiga de sus vacaciones en Los Ángeles, California, a Juárez, impidió el asalto.
Bastó con propinarle dos golpes a la altura de las costillas y le aplicó una especie de llave de lucha libre.
El delincuente, un afroamericano con vestimenta oscura, quedó inmovilizado, sólo pataleaba.
Finalmente lo mantuvo sujetado tirado en el suelo durante ocho minutos. Ninguno de los clientes intervenía.
Agencia EFE