La extraña fascinación de Donald Trump por Vladimir Putin ha roto el discurso clásico hacia Rusia en las elecciones presidenciales de EU y dado a Moscú la excusa perfecta para intentar influir en ellas, pero no es suficiente para aclarar cómo cambiaría la relación bilateral si el magnate llega al poder.
En uno de los murales más fotografiados de Vilna, la capital lituana, Trump le da un beso de tornillo a Putin. Es una versión moderna de una pintada de 1990 en el Muro de Berlín, que tenía como protagonistas a un líder soviético y otro de Alemania del Este. Pero en esta ocasión, los “amantes” tienen los ojos abiertos, vigilantes.
El candidato republicano ha elogiado reiteradamente a Putin, llamándolo “un líder fuerte” que sabe cómo dirigir su país, y ha llegado a asegurar que los dos se llevaban “muy bien”, antes de retractarse la semana pasada y reconocer que, en realidad, “nunca” le ha conocido en persona.
El presidente ruso le ha devuelto los halagos, al afirmar que es una persona “brillante y de talento”, el “líder absoluto en la carrera presidencial” en Estados Unidos.
Pero en la afinidad entre Putin y Trump hay un claro desequilibrio: es el empresario quien tiene desde hace décadas una extraña fascinación con Rusia, quien más ha cuestionado el “statu quo” entre las dos potencias y quien parece preferir el estilo del líder ruso al de cualquiera de los últimos presidentes de su país.
“Trump aspira a ser el tipo de líder que es Putin, mientras que Putin simplemente está elogiando a Trump por razones pragmáticas y políticas. Putin es, en cierto modo, lo que Trump sueña con ser”, explicó Michael Kofman, un experto en Rusia en el instituto de estudios Wilson Center.
Trump ve en el líder ruso un reflejo del músculo que a él le gustaría exhibir desde la Casa Blanca.
El director de la revista The New Yorker, David Remnick, que fue corresponsal en Rusia durante muchos años, escribió en un artículo que Putin “ve en Trump una gran oportunidad” y confía en “explotar” su “ignorancia” para su propio beneficio.
“Abrumado por sus propios problemas en casa, Putin ve un claro beneficio en tener a Estados Unidos liderado por un narcisista inculto que cree que las cuestiones geoestratégicas son tan fáciles de resolver como un acuerdo inmobiliario”, sostuvo Remnick.
“Al comienzo de las primarias, Putin puso a prueba la vulnerabilidad de Trump al halagarlo, y él respondió justo como Putin había calculado (…). En el negocio de la inteligencia, diríamos que Putin ha reclutado a Trump como un agente involuntario de la Federación Rusa”, opinó Michael Morell, exdirector de la CIA. Los errores de Trump en las entrevistas no le han ayudado a combatir esa imagen: el pasado domingo dijo a la cadena ABC News que Putin “no va a meterse en Ucrania”.
En la misma entrevista, Trump también pareció justificar la anexión de Crimea, al asegurar que sus habitantes “prefieren estar con Rusia.
Además, según la revista Time, varios proyectos de Trump fuera de EU han tenido financiamiento ruso, y uno de los asesores de su campaña, Carter Page, tiene lazos con la petrolera estatal rusa, Gazprom. Con ese panorama, muchos ven claro por qué a Rusia podría interesarle piratear los correos del Comité Nacional Demócrata y debilitar a Hillary Clinton justo cuando iba a ser coronada como candidata presidencial, como denuncia su campaña.
Pero Trump “también es impredecible y voluble”.
Fuente:Excélsior