Después de ocho meses de experimentos, publicaciones, teorías y rumores, la misteriosa partícula entrevista el invierno pasado se ha esfumado. Los responsables de los principales experimentos del acelerador de partículas más grande del mundo, el LHC, confirmaron ayer que no se ha podido confirmar la existencia de ese “higgs pesado” que se asomó a sus detectores en diciembre de 2015.
Habría sido un descubrimiento histórico, mucho más importante que el del bosón de Higgs
El anuncio se hizo ayer durante la ICHEP 2016, la mayor conferencia anual de física de partículas, que se celebra estos días en Chicago (EE UU). Los resultados de los dos grandes detectores, ATLAS y CMS, incluyen un año completo de datos en los que el LHC ha funcionado al doble de potencia. Muchos físicos esperaban que esta nueva remesa de experimentos permitiría descubrir nueva física, fenómenos que se salen del modelo estándar que describe, por ahora a la perfección, los quarks, bosones y el resto de partículas fundamentales que componen la materia.
La partícula que apareció en diciembre era un bosón de unos 750 gigaelectronvoltios, seis veces más masa que el bosón de Higgs. Lo más interesante es que se salía del modelo estándar y por lo tanto podía ser la primera señal de todo un nuevo territorio de la física descrito por teorías aún por confirmar, como la supersimetría. Sería un descubrimiento histórico, mucho más importante que el del bosón de Higgs, por todos los enigmas sobre el universo que permitiría investigar.
Los resultados acumulados por el detector CMS, filtrados en la noche del jueves, han apagado la hoguera: ya no hay ni rastro de los indicios observados en diciembre. La partícula soñada no era más que una fluctuación estadística.
¿Por qué los dos experimentos vieron exactamente los mismos indicios de una nueva partícula y justo con la misma masa? La respuesta de los científicos ayer fue que en estadística, como en el resto del universo, también hay extrañas coincidencias que no significan nada.
Fuente: El País.