Son las 12:30 de la tarde, Edwin Yahir y Jesús Elías comienzan a vestirse de Michelangelo y Donatello, miembros de Las Tortugas Ninja, a lado de la Guardiola del Banco de México. Estos jóvenes llevan así cuatro años trabajando como botargueros. Lo mismo han personificado a Los Minions que a El Hombre Araña. Cada uno gana entre 200 y 250 pesos por día, después de estar de la 1:00 de la tarde a las 8:00 de la noche en la calle Madero, de la Ciudad de México.
Mientras se enfundan en los disfraces verdes, bajo el intenso rayo del sol, los jóvenes entusiastas comentan que ambos estudian la preparatoria abierta. “No lo vemos como un trabajo, sino como un pasatiempo. Esto es para pagar nuestros estudios”, asegura Jesús, con una sonrisa que demuestra cuánto disfruta ser Donatello.
Ninguno de ellos rebasa los 20 años, pertenecen a la llamada generación millennial. Jesús es de piel morena, cabello negro peinado de lado, cejas pobladas, ojos cafés medianos, nariz chata y labios delgados. Mide 1.63 metros y su complexión es delgada, al igual que Edwin, pero éste es un poco más alto y de tez morena clara.
Jesús se mantiene en pie cuando trata de encontrar la parte del torso de su tortuga ninja que está dentro de una bolsa negra. Mientras eso pasa, Edwin saca los pies de otra bolsa y se sienta en los escalones negros para poder ponérselos sin perder el equilibrio, debido al peso de la botarga.
Todo eso ante las miradas de sus compañeros, otro par de jóvenes que completan el afamado cuarteto. Poco a poco Edwin sube la parte de los pies hasta las rodillas. Jesús se puso el torso, faltan los pies, las manos y la cabeza. Aunque esta vez personifican a las tortugas con nombre de artistas famosos del Renacimiento italiano, no siempre lo han hecho.
El enemigo en contra de este oficio es el clima, porque cuando comienza a llover tienen que retirarse y con ello las ganancias. Una vez que terminan de ponerse su indumentaria, concluye la charla y se colocan en sus posiciones para esperar a que los niños lleguen a pedirles una foto.
Al igual que estos botargueros, los del Dr. Simi trabajan siete horas, pero ganan más que Edwin y Jesús. Estos jóvenes sólo cuentan con su pago diario que, señalan, obtienen de los 50 pesos que cobran por tomarse una foto con los paseantes que los observan con curiosidad. Sin embargo, esta situación sólo ocurre en la temporada vacacional, el resto del año son botargueros sólo los fines de semana.
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