La ceremonia de clausura de los Juegos de Rio-2016 dio comienzo este domingo en el estadio Maracaná.
Mucha música, bailes tradicionales y gran colorido inundaron el campo de la cuna del futbol en Brasil.
Con un espectáculo carnavalesco, Río de Janeiro despide este domingo los primeros Juegos Olímpicos realizados en Sudamérica. Y aunque habrá brasileños que sientan saudade, muchas personas respirarán aliviadas cuando se extinga la llama del pebetero.
La ceremonia comenzó con la cuenta regresiva, marcada por un reloj de pulsera como el ideado por Alberto Santos Dumont, el brasileño considerado además pionero de la aviación y homenajeado en el espectáculo.
Brasil apelará de nuevo a su música como carta credencial para conmover al mundo. Rendirá honores a deportistas destacados de estos Juegos y de la historia, y desde luego, ofrecerá un festejo para los voluntarios que hicieron posible la realización del evento.
Asimismo, hará entrega de la bandera olímpica a los representantes de Tokio, la ciudad que albergará los Juegos en 2020.
Los primeros Juegos efectuados en un país latinoamericano, los de México 1968, ilustraron que esa nación era capaz de sacar adelante la organización de un suceso de esta envergadura, pero quedaron marcados por la matanza de estudiantes, cometida apenas 10 días antes de la ceremonia inaugural.
La secuela latinoamericana en Río no podrá relatarse dentro de años sin hacer mención a los sobresaltos por los que pasó su organización o a la crisis política y económica que castiga al país desde meses antes de que fuera anfitrión del mundo.
Como un simbólico capricho meteorológico, los nubarrones negros cubrieron Río de Janeiro desde las horas previas a la inauguración. Un viento intenso soplaba en el Maracaná, meneando las tramoyas donde están emplazadas las luces y haciendo que cayera con estrépito al menos una valla de seguridad en la entrada del famoso estadio. Minutos antes de la ceremonia, cayó un aguacero fugaz.
Los organizadores de Río 2016 tuvieron que desafiar incluso al clima. Al final, los Juegos resultaron brillantes en lo deportivo y no experimentaron problemas graves para desarrollarse durante 17 días, a no ser por la tonalidad verde que adquirió el agua en un par de piscinas, lo que se corrigió días después.
“En Brasil hacemos las cosas a lo latino, lo que a veces enloqueció a algunos miembros del COI”, señaló el alcalde de Río, Eduardo Paes. “Si quieren ser justos con Río, no pueden compararnos con Tokio, Chicago o Madrid. Esas son ciudades con mucha mejor infraestructura, en países desarrollados. Comparen a Río con Río”.
En otros asuntos nacionales, la tormenta no se disipará tan pronto. Por eso, los principales políticos del país han preferido ausentarse de la ceremonia de clausura.
Abucheado en la ceremonia inaugural, el mandatario interino de Brasil, Michel Temer, prefirió no asistir al fin de fiesta. Tampoco está la presidenta Dilma Rousseff, separada temporalmente del cargo para enfrentar un juicio político por supuestas irregularidades en la gestión del presupuesto público.
Así, un festejo que suele servir de escaparate para los gobernantes del anfitrión, se ha quedado con esos puestos vacíos en el palco de honor. Pero tiene la música y alegría de los brasileños, y con eso basta.
Fuente: La Jornada