El príncipe de Jordania, Hashim bin Hussein, el menor de los hijos del rey Hussein y la reina Noor, habló por primera vez sobre sus impresiones personales sobre las parejas conformadas por personas del mismo sexo.
“Vivo entre la espada y la pared”, aseguró. “Todos los días imploro para que la comunidad en general acepte y deje de crucificar a las parejas homosexuales”.
Jordania es principalmente un país islámico y como tal, las opiniones sobre la homosexualidad varían de región en región, pero El Corán y El Hadiz aún conservan condenas expresas de los actos sexuales.
“En mi país se practican libremente algunos actos prohibidos para los musulmanes, por ejemplo, mi hermano bebe en cantidades considerables, pero un homosexual no puede expresarse abiertamente porque lo tachan de inmoral”.
Sus declaraciones le valieron el repudio, tanto de su hermano como de varios grupos conservadores y Hashim se vio forzado a pedir asilo político, pues vive con miedo a la tortura y ejecución si no se retracta de sus palabras.
“Mi hermano es insensible y me podrá privar de mis derechos inalienables, pero quiero mostrar a todo mundo los horribles crímenes cometidos contra la población LGBTI”.
Hasta hace poco, las relaciones homosexuales en Jordania no eran un delito capital, pero un cambio en el código penal del país sustenta hoy en día que los acusados pueden recibir hasta 100 latigazos.
Y, si se trata de una persona casada, es propenso a pena de muerte. “Pese a esto, la homosexualidad es un secreto a voces en Jordania. Mis amigos me dicen que desde 2011 se ha producidos un fuerte aumento en el número de parejas LGBTI”, finalizó.
Fuente: SDP Noticias