Un vídeo de 10 segundos de duración, fue suficientemente largo para que la familia reconociera a su hija Kayla Mueller, pero no para saber su ubicación en Siria.
“Mi nombre es Kayla Mueller y necesito ayuda”, dice la cooperante estadounidense que aparece con un velo negro en una grabación divulgada el jueves por la cadena norteamericana ABC News.
La voluntaria humanitaria prosigue diciendo “he estado aquí por mucho tiempo y he estado muy enferma. Es muy horrendo aquí”. En este momento, de repente, ella se calla.
El vídeo fue enviado por un correo electrónico desde Siria, a un amigo de Mueller. El amigo lo entregó al Buró Federal de Investigaciones de EE.UU. (FBI, por sus siglas en inglés) y este lo envió a los padres de Kayla en Prescott, Arizona, el 30 de agosto de 2013; 26 días después del secuestro de la joven por el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en el país árabe.
Su padre Carl Mueller describió a ABC el estado “catatónico” de la familia al ver la grabación de hace tres años, mientras que su madre, Marsha Mueller, indicó: “vi lo delgada que estaba, pero también vi en sus ojos transparencia y seguridad. Me rompió el corazón, pero también la vi con fortaleza”.
Al respecto, Chris Voss, negociador del FBI en situaciones de secuestro de personas, comentó que los extremistas takfiríes deseaban mostrar que ella no se encontraba en una mala condición física y que ellos probablemente, le pusieron maquillaje antes de iniciar la grabación.
Voss además se mostró convencido de que los terroristas de Daesh le enseñaron lo que ella debía decir delante de cámara y repitieron la grabación varias veces, además de controlar todo: la luz y el fondo.
Poco después, Daesh difundió el 29 de mayo de 2015, un audio de Kayla Mueller sin mostrar su rostro. En el mensaje la cooperante informó a la familia que aún se encontraba en buen estado de salud y les decía lo que pretendían sus captores: la liberación de Aafia Sediqi, una médica paquistaní perteneciente a Al-Qaeda que cumple cadena perpetua en un penal de máxima seguridad en Texas (EE.UU.). “Si eso no era posible, entonces requerían 5 millones y medio de dólares. El mensaje termina de forma repentina, con un simple “adiós”, que sería la última palabra que escucharían de la joven.
HispanTV