Salida de Videgaray, “chivo expiatorio” de Peña: The Economist

El exsecretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, es visto por el semanario británico The Economist como “el chivo expiatorio” del presidente Enrique Peña Nieto, que falló en resolver los grandes problemas de éste y perdió la posibilidad de contender por la Presidencia en 2018.

El texto hace una revisión de los últimos acontecimientos en la palestra del presidente priista y, con la opinión de Luis Rubio, presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) dedicado a la investigación en temas de economía y política, sugiere que una forma de rectificar el rumbo de su mandato es impulsar una ley electoral que proponga una segunda vuelta en las elecciones presidenciales.

Menciona las “vergüenzas recientes” que han mermado la imagen de Peña Nieto: el pago de impuestos que una empresa en Miami hizo por una propiedad de la primera dama Angélica Rivera, la investigación sobre el plagio de la tesis de licenciatura del mismo Peña Nieto –realizada por el portal Aristegui Noticias y la cita “mal juzgada” con el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump.

El medio destaca que el pasado 7 de septiembre, el presidente mexicano trató de “poner lo desagradable detrás de él” con el hecho aceptar la renuncia de Videgaray, “su cercano más importante, quien tenía la esperanza de convertirse en Presidente en 2018”.

En sus líneas, The Economist asegura que el exsecretario asumió la culpa por sugerir la visita de Trump, encuentro que “horrorizó a la gran mayoría de los mexicanos”, en vez de tranquilizar a los inversionistas que temen que el republicano pueda derogar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o bloquear las remesas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos. “Calculó mal el costo político”, dice.

No obstante, en una especie de justificación, asegura que Luis Videgaray estaba bajo presión por otras razones: la deuda del sector público aumentó más de 10% del PIB desde 2012; la calificadora Standard & Poor dijo que México iba hacia abajo; además, hay molestia de mexicanos que ganan su salario en dólares por la caída del valor del peso.

Y, por si fuera poco, añade: “Videgaray arrastraba una vergüenza propia por la adquisición de una casa a una empresa que buscaba contratos por parte del gobierno”, en referencia a la casa de Malinalco que le construyó el Grupo  Higa, el consentido de Peña Nieto desde que era gobernador del Estado de México.

The Economist considera que con la salida de Luis Videgaray del gabinete, Peña Nieto “está dejando ir al arquitecto de las reformas por las que será recordada su Presidencia. Incluyen la inclusión de competencia en los sectores de electricidad y del petróleo, siempre vistos como un bastión inviolable de la soberanía mexicana, y una reforma de los impuestos”.

Reformas, con éxito “variable”

No obstante, el influyente medio inglés considera que la salida de Videgaray del gabinete no modificará el curso de dichas reformas, pues José Antonio Meade “es más tecnócrata que político”.

Y resume: “La utilización de un chivo expiatorio por parte del señor Peña no responde a las preguntas más apremiantes que enfrenta: cómo evitar la irrelevancia en los dos últimos años de su mandato y cómo preparar al PRI para la próxima elección. Las reformas del gobierno están avanzando con éxito variable.

“El sector energético está progresando, la Reforma Educativa se ha visto frenada por los profesores radicales. Peña ha tenido poco que ofrecer a los mexicanos que están cada vez más molestos por el sórdido aumento de la violencia y la debilidad general del Estado de Derecho. La valoración del país en corrupción, según lo medido por los investigadores de Transparencia Internacional, es obstinada y vergonzosamente pobre para una democracia cuya economía es la quinta más grande en el mundo”, describe.

The Economist entrevista a Luis Rubio, director del CIDAC, quien asegura que “la administración (de Peña Nieto) necesita relanzarse”.

Según sus palabras, “una lucha creíble contra la ilegalidad sería una opción. Sin embargo, pocos analistas esperan que eso ocurra. El nuevo sistema de lucha contra la corrupción, establecido en el verano, podría ayudar a combatir este flagelo. Pero no puede por sí solo cambiar una cultura política que perpetúa la corrupción, y puede tomar años para mostrar resultados. Peña parece falto de ideas para poner freno a la violencia”.

Incluso, el especialista dice que el presidente mexicano “aún podía redimirse en los próximos dos años, mediante la promulgación de una Reforma Electoral que entraría en vigor antes de la votación en el año 2018. Una propuesta común es la introducción de una segunda vuelta en la elección presidencial”.

La propuesta va en el sentido de que prevé que en las próximas elecciones el próximo presidente gane con un pequeño porcentaje de votos, debido a la poca legitimidad del gobierno actual y a la aparición de distintas fuerzas políticas que contenderán en el proceso. “La introducción de una segunda ronda sería una clara forma de resolver ese problema”, dice.

Por otro lado, The Economist asegura que en el contexto político, la salida de Videgaray puede mejorar las perspectivas de José Antonio Meade, además de que el exlíder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, puede reaparecer.

Entonces, sugiere que “los mexicanos moderados temen que los fallos de Peña abran la puerta a Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda que fue segundo lugar en las dos últimas elecciones presidenciales. (Una elección a dos vueltas lo haría menos probable, y es una de las razones por las que algunas personas la apoyan)”.

Y concluye: “Con Videgaray fuera y Peña cojo, la identidad del próximo presidente podría ser la única decisión con consecuencias para los próximos dos años”.

Proceso