Es común que los niños digan que de grandes quieran ser médicos, doctores, bomberos, policías o futbolistas, pero se ha preguntado ¿qué desea ser cuando muera?
En México, si bien 85% de las personas que contrata un servicio funerario se decide por la cremación, existe un creciente grupo que busca “renacer” en una piedra preciosa. Así lo aseguró Arturo Lozano, CEO de Algordanza para América del Norte, empresa que ofrece crear diamantes a partir de las cenizas de seres queridos.
De acuerdo con el directivo, en nuestro país producen al menos 100 diamantes de este tipo al año; entre ocho y diez servicios al mes.
Más allá de obtener una piedra preciosa con un alto valor económico, ofrecemos a nuestros clientes la oportunidad de mantener su cercanía con algún ser querido de la manera más hermosa”, dijo CEO de Algordanza Norte América .
Lozano, quien al momento de esta entrevista se encontraba en una Expo Funeraria en Estados Unidos, expresó que para la mayoría de sus clientes —ofrecen sus servicios en 37 países del mundo— el diamante a partir de las cenizas “es un gran consuelo para una gran pérdida”.
Tenemos clientes que en vida han previsto la manera en que desean se les preserve, pues quieren asegurarse que no les dejen olvidados o bien, porque les parece la manera más bella de ser recordados”.
LA JOYA DE LA FAMILIA
El pasado 25 de octubre, a través de la instrucción Ad resurgendum cum Christo, el Vaticano dio a conocer que la Iglesia prohíbe que las familias se queden con las cenizas de sus difuntos, que las repartan, las esparzan en la naturaleza o que las conviertan en recuerdos, tales como los diamantes. Sin embargo, personas como la señora Alma Islas Téllez, madre y abuela, no ve que sea pecado convertir sus restos en una joya.
Quiero que me conserven de una bonita manera, deseo seguir brillando después de la muerte, quiero ser la joya de la familia”, dijo con una sonrisa.
Lozano asegura que Algordanza es la única empresa en el mundo que convierte cenizas en diamantes, mediante una tecnología suiza que realiza, en un proceso que tarda de tres a seis meses, lo que a la naturaleza le lleva miles de años.
Los servicios que ofrece esta empresa van desde los 69 mil pesos por servicio. “Cada cliente elige el tamaño y la forma de su piedra. El éxito depende de la concentración del carbono que se obtiene de las cenizas. El proceso dura al menos 12 semanas. Incluso —asegura—, tenemos clientes que en vida ya nos han contratado”.
DE POLVO A DIAMANTE
Ángel Contreras Hernández acaba de cumplir 96 años, es padre, abuelo y bisabuelo. Es el patriarca de la familia y para él no hay cosa mejor que “la santa sepultura cuando uno está muerto. ¿Convertirme en diamante? ¡Es una mentira!”
Pero no lo es, de acuerdo con la explicación de Algordanza, se necesitan de 300 a 500 gramos de cenizas para convertirlas en un diamante.
Como la piedra está hecha de carbono, el primer paso es obtener ese elemento químico del polvo que puede ser reciente o de hasta 40 años de antigüedad. El éxito de la piedra radicará de la cantidad de carbono que se pueda obtener.
El carbono de las cenizas pasa por un proceso de grafitización, en el que es sometido a temperaturas y presiones extremas (como ocurre en la naturaleza). En este paso el carbono se transforma, en cuestión de semanas, en un diamante en bruto, “único e irrepetible”, explicó Lozano.
A diferencia de las personas que sí expresaron sus deseos de convertirse en una piedra preciosa después de la vida, don Ángel, como le dice su familia, insistió que él desea ser sepultado cuando fallezca, “porque mis restos son propiedad de Dios”.
Fuente: Excélsior