En Filipinas vive Ángel y al igual que todas las otras niñas de su edad, los planes que tenía para la vida no eran muy ambiciosos, según publica el portal de noticias Upscol. Le gustaba jugar, pasar el tiempo con las amigas y asistir a la escuela. Sin embargo, había algo que se lo impedía a diario: tenía una hernia cerebral que quedaba a la vista a través de su cara.
Cuando su madre la vio por primera vez, no pudo evitar estallar en un llanto profundo. ¿Cuál era el problema? Pues, el tumor se le notaba ya desde ese entonces.
Pasó el tiempo y la malformación en su rostro creció a tal punto que llegó a pesar más de 200 gramos. Era literalmente una masa de tejido sobre su nariz. La chica tenía problemas ver, para dormir, e incluso para respirar. Los demás niños y niñas se burlaban de ella y la llamaron “la chica monstruo”. Ángel entró en un estado de angustia y desesperación. Era sólo una niña y estaba viviendo una verdadera pesadilla.
A pesar de que cuando tenía 4 meses de edad la pequeña fue sometida a una intervención quirúrgica, la hernia cerebral continuó creciendo y las cosas para ella se hicieron cada vez más difíciles. Sin embargo, hace poco tiempo sus padres decidieron que volverían a pedir ayuda.
Ahorraron dinero y se pusieron en contacto con diversos hospitales e instituciones médicas hasta que un grupo de doctores australianos se ofreció voluntariamente para hacer algo al respecto. Tal vez una pequeña ayuda podría significarle una enorme diferencia a Ángel. Entonces, la familia viajó desde Filipinas hasta Australia.
La chica fue sometida a un cirugía que prometía ser definitiva. Los médicos estuvieron más de 4 horas trabajando y removiendo tejidos. Entrar a pabellón por una situación así era doloroso para Ángel, sin embargo, los resultados serían asombrosos.
Hoy, la pequeña Ángel tiene un motivo para sonreír y lo está aprovechando.