Ante la era Trump: izar bien alto la bandera del antimperialismo

Este Congreso significó un importante acontecimiento de colaboración internacionalista, pues contamos con la presencia del camarada Juan Cruz, quien realizó un informe por parte de nuestra publicación hermana de habla inglesa Left Voicey fue invitado a participar en las discusiones del Congreso.

La primera jornada del Congreso se abocó al análisis de la situación internacional. En primer lugar, se destacaron las diferencias entre la crisis económica de 1929 y la actual, abierta en 2008, que se caracteriza por el estancamiento económico que persiste a través de los años.

Esta crisis tuvo consecuencias políticas como el Brexit, que implicó la salida del Reino Unido de la Unión Europea y posteriormente con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, hechos que implicaron profundos terremotos políticos en la situación internacional.

Se generó así un contexto de incertidumbre dado el choque de intereses de la fracción hegemónica del capital financiero y trasnacional, que apoyó a H. Clinton y que busca mantener la globalización, con las tendencias estructurales a la retracción del comercio mundial y políticas proteccionistas como las que expresa el programa económico de Donald Trump, quien busca una mayor regulación del comercio de ese país con el exterior.

Analistas internacionales comparan la victoria de Trump con la llegada al poder de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, quienes llevaron adelante la salida del proteccionismo a la globalización como “solución” a la crisis abierta en la década de 1970. Desde entonces se produjo una reconversión de enormes regiones rurales en zonas industriales, como en China, India, Brasil y México, que llevó a la reconfiguración de la clase obrera internacional en general y al interior de estos países en particular.

Se produjo una relocalización industrial que benefició a las trasnacionales y generó condiciones de vida brutales para la clase trabajadora y los sectores populares a nivel internacional. En países centrales, como Estados Unidos, primó el cierre de empresas y la pérdida de conquistas laborales. En países “emergentes”, como México, primó un desarrollo de la industria en determinadas ramas que explota a gran escala a una nueva clase trabajadora a través de la imposición de salarios muy bajos, extensas jornadas laborales y la subcontratación (outsourcing).

Consideramos que hoy el proyecto del neoliberalismo como “gran empresa” capitalista entró en crisis y se abre una situación preparatoria. En este sentido, se llegó a la conclusión de que el ascenso de Donald Trump no implica un cierre de la lucha de clases, sino que ante la polarización social que está en curso, podemos asistir en el próximo periodo a nuevos fenómenos políticos progresivos y otros, reaccionarios.

Izquierda Diario