Uber va a introducir una pequeña flotilla de vehículos de conducción autónoma a su servicio en San Francisco, un anuncio que seguramente entusiasmará a los aficionados a la tecnología en esta ciudad, pero que también preocupará a los reguladores en California, informó la Agencia AP.
Las leyes de California requieren un permiso de pruebas para prototipos de vehículos autónomos y Uber no lo tiene. La compañía dice que la ley no es aplicable en su caso porque sus vehículos requieren la presencia de un chofer.
Uber es conocer por poner a prueba los límites legales. Aunque la compañía tiene menos de una década de existencia, ha peleado con las autoridades en todo el mundo sobre cuán exhaustivos deben ser los exámenes de antecedentes de sus choferes o si deben ser tratados como contratistas en lugar de empleados con derechos a prestaciones.
Las pruebas de los coches autónomos de Uber en San Francisco comenzarán con un puñado de Volvos — la compañía no reveló la cifra exacta— adaptados con sensores para que puedan conducir, acelerar y frenar e incluso decidir cambios de carrilera. Los coches tendrán un empleado de Uber tras el volante para hacerse cargo si llega a fallar la tecnología. Al pedir un carro, los usuarios podrán elegir entre un coche autónomo o uno con chofer. Los dos viajes costarán lo mismo.
Los coches saldrán a prueba en las congestionadas calles de San Francisco. La ciudad puede ser un lugar complejo para los automovilistas, dadas sus muchas cuestas, la frecuente niebla, los tranvías y trolebuses, los numerosos ciclistas y calles en constante reparación.
Uber considera que su tecnología está lista para lidiar con todo eso de forma segura, aunque los ejecutivos admiten que sus vehículos no están listos aún para dar viajes sin un chofer listo para tomar el volante en situaciones difíciles.
Durante un recorrido de pruebas, fueron evidentes algunas de las deficiencias por limar. El coche tenía como destino una pizzería, pero no se estacionó directamente junto al restaurante, sino en medio de la calle. Los coches parecen excesivamente cautelosos. Durante el viaje, uno se quedó parado en un atolladero de tráfico, pese a que la carrilera contigua estaba vacía, y el chofer tuvo que hacer la maniobra.
La flotilla de Volvos XC90 de Uber no será la primera de coches autónomos en San Francisco. Varias otras compañías están probando regularmente sus prototipos, aunque ninguna ofrece viajes al público.