Lanzan alabanza al ritmo de banda

En el Seminario Mayor de Guadalajara, un grupo de 15 jóvenes de entre 19 a 25 años de edad dedica gran parte del día a la oración y al estudio teológico, pero han encontrado en el ritmo de banda una forma de alimentar  también la espiritualidad propia y la de otros.

“Decía San Agustín en el siglo IV o V que el que canta ora dos veces. Como aquella ofrenda que podemos dar a Dios a través de la música, de banda religiosa, de alabanza,  la música es un medio completo de salvación”, comentó en entrevista con Excélsior el coordinador de la Banda San José, Daniel Vázquez.

Los muchachos en lugar de vestir los trajes de piel y colores chillantes usan sus túnicas religiosas. El grupo musical nació hace 50 años en la capital tapatía y se nutre de los jóvenes que ingresan al Seminario Mayor, aunque se les recluta prácticamente desde que estudian la secundaria.

“Yo tengo 18 años trabajando en el seminario. Los invitamos. Yo les hago un pequeño examen, pero por lo regular todos llegan con un conocimiento, porque yo trabajo en la escuela secundaria Anacleto (González Flores). Los voy preparando en el solfeo, de ahí se pasan al Seminario Menor y (después) se vienen al Mayor, ya vienen bien al tiro y yo batallo menos.

“Se requiere (el grupo), ahorita en los templos, en las fiestas patronales, nos invitan y la gente quiere canciones de la época. La gente nos dice ‘no profe, cámbiela queremos una movida, una moderna’, lo que el público pida”, añade el maestro de música y director de la banda, Librado Ramírez.

Roberto Ramírez entró hace cuatro años a la banda y actualmente toca la tuba, “a mí no me invitaron, yo vine y me agregué. Los vi ensayando un día, recién que llegué al seminario me llamó la atención y fue cuando pensé en pertenecer a la banda. En el seminario siempre se inculca lo que es la música desde la etapa de la secundaria hasta la prepa, y sobre todo acá en el Seminario Mayor.

“Cuando vamos a las parroquias, cuando subimos videos, cuando subimos publicaciones a las redes sociales veo que a la gente le gusta. Es una manera de dar gracias a Dios por el don de la vida, el don de tocar. Porque también la gente se la pasa a gusto y ven que los padrecitos también tocan música más de banda”.

Y es cierto, el público se sorprende al ver a seminaristas con su túnica color café, tocando con alegría y bailando esta música.

Los seminaristas desafían el repertorio de música popular grupera en el que abundan los narcocorridos y las canciones con connotación sexual.

“La música también es una cuestión de cultura pienso yo ¿no?, lo que escuchamos, cómo nos comportamos, es mucho la cultura y el ambiente donde crecemos. Quien realmente está en una familia cristiana, una familia con valores se refleja mucho hasta en los gustos musicales, pero si el ambiente donde yo me desenvuelvo es un ambiente de mucha violencia, entonces sí se cae a ese nivel  de música que incita mucho la cuestión sexual, del narco, de las drogas. Sí influye mucho donde crecemos y la formación de base, la familia, la escuela, los amigos”, apuntó Daniel Vázquez, que estudia Teología en el seminario.

Así que la Banda San José toca “canciones moviditas, canciones alegres que no tienen ni siquiera letra, son canciones que todo el mundo conoce, que todas las bandas tocan como de tamborazo y que no incluyen nada de letra. Sí hay una que otra canción que se canta, pero son letras muy simples. Más bien nos vamos por la música tradicional y a la gente le gusta mucho”, añadió.

Por su parte, el maestro Librado Ramírez reconoce que es difícil ser selectivos musicalmente.

“Nosotros tocamos música para Dios pero también para la gente, música muy especial. Quizás canciones de amor pero para la Virgen, canciones de amor directas a la mujer no nos dejan”.

Recuerda que cuando llegó al seminario, una vez estaba tocando canciones de amor. “¡No de ésas no, profe!”, le dijo el encargado.

En el catálogo musical de la agrupación no faltan El Ahualulco y El toro mambo.

La banda durante sus presentaciones en parroquias y en fiestas patronales hace un llamado a la vocación sacerdotal.

Recuerdan con cariño una gira en la Ciudad de México en la que un joven les preguntó en dónde podía inscribirse al seminario.

“La promoción vocacional es una cuestión de la que sí he visto frutos. Es una cuestión muy buena lo del apostolado que se hace. También hay otros fines como el agradecer a tantas comunidades que apoyan muchísimo al seminario.

“Lo que hacemos es por gracia de Dios, lo ponemos al servicio de los demás y sí, la música es un instrumento por el cual podemos lograr la salvación. Como aquella ofrenda que podemos dar a Dios a través de la música de banda, religiosa, de alabanza”, finalizó Vázquez.