Era como un cuento de hadas, sus fuertes brazos me rodeaban y me colocaron en la seguridad de mi cama. Pero la gratitud que sentía hacia él pronto se convirtió en horror mientras procedía a quitarse la ropa y ponerse encima de mí. Mi cabeza se había aclarado, pero mi cuerpo todavía estaba demasiado débil para defenderse y el dolor fue cegador. Creí que estaba siendo partida en dos. Con el fin de mantenerme cuerda, contaba en silencio los segundos de mi reloj despertador. Desde aquella noche supe que hay 7 mil 200 segundos en 2 horas”.
Esta es la experiencia de Thordis Elva, víctima de violación a los 16 años por parte de su novio, Tom Stranger, un australiano que en 1996 se encontraba de intercambio en Islandia.
Hoy, 21 años después, ambos viajan juntos y dan conferencias TED en las que cuentan su historia. Con base en sus pláticas, Tom abusó de ella tras una noche de copas, en su propio cuarto, y días después partió a Australia. La herida de aquel abuso tardó 20 años en cerrarse.
“A pesar de cojear durante días y llorar en semanas, el ataque no se ajustaba a la idea de violación que había visto en TV. Tom no era un loco armado: era mi novio. Y esto no sucedió en un callejón de mala muerte, sino en mi propia cama. En el momento que pude identificar que aquello fue una violación, él había vuelto a Australia”.
Nueve años con ataques de nervios marcaron la vida de Thordis, pues de alguna forma seguía sintiéndose culpable, hasta que un día decidió enviarle una carta a su agresor. Sorpresivamente, él contestó. A partir de ese momento comenzaron a intercambiar correspondencia durante ocho años.
En sus misivas confesaban lo que había ocurrido esa noche. El hombre admitía sentirse merecedor del cuerpo de la chica: “Elegí recurrir a las influencias negativas de aquellos que creen que las mujeres tienen un valor intrínseco inferior. Estas influencias son externas a mí, pero sólo yo tomé la decisión esa noche”.
Thordis, pese al dolor que experimentó desde entonces, optó por recurrir a su propio caso para generar conciencia cerca de las relaciones sexuales no consensuadas y visitó a Tom para hablar sobre cómo había afectado a sus vidas lo que ocurrió.
“Hice daño a esta maravillosa persona”, dice Tom en la charla. “Soy parte del grupo grande y sorprendentemente cotidiano de hombres que han tenido comportamientos sexuales violentos con sus parejas. Decirle a Thordis que la violé fue una forma de transferirme la culpa que ella sentía”.
La pareja incluso escribió un libro sobre su experiencia compartida titulado “South of Forgiveness”, en el que abordan el viaje alrededor de todos los años de culpa, arrepentimiento y perdón.
“Vivo en un mundo donde a las niñas se les enseña que son violadas por una razón. ‘Su falda era demasiado corta, su sonrisa era demasiado amplia, su aliento olía a alcohol’. Y yo era culpable de todas esas cosas. Me tomó años darme cuenta de que sólo una cosa podría haber evitado ser violada esa noche. Y no era mi falda, mi sonrisa, no era mi confianza infantil. La única cosa que podría haber impedido ser violada habría sido que el hombre que me violó hubiera parado”.
SDP Noticias