Juan Goytisolo; nueve poemas inéditos

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Juan Goytisolo es un escritor imprescindible en el desarrollo de la literatura en lengua española. Cinco son los ejes alrededor de los cuales puede estructurarse su trayecto creador:

I.- Hasta Señas de identidad (1966), Goytisolo escribió novelas al modo usual en el panorama español de la época, novelas más o menos realistas, más o menos sicológicas, más o menos convencionales, más o menos denunciatorias. Allí había personajes cuyo itinerario podía rastrearse y seguirse, situaciones que se planteaban, se desarrollaban y culminaban. Un narrador, identificable, que tejía y destejía una estructura narrativa que se podría llamar, para entendernos, convencional. Había también opiniones, pareceres, puntos de vista, en mayor o menor medida explicitados y, como correspondía al momento, un marcado afán testimonial.

II.- A partir de Reivindicación del Conde don Julián (1970), las obras de Goytisolo pegan un salto al abismo. No son novelas: son libros, piezas, artefactos, artificios… Se suceden allí, de manera progresiva, cambios de tiempo verbal, cambios de situaciones y cambios de emisor, cambios de locutor. Hay personajes que aparecen, desaparecen y reaparecen; situaciones que se plantean y que, de inmediato, se modifican. La obra, el libro, se convierte en un recipiente abierto, múltiple, voraz; contrariamente a lo usual, genera incertidumbre, duda, asombro. Las fronteras entre lo racional y lo irracional, por ejemplo, no existen. La ironía, la paradoja, la parodia, contribuyen a crear un clima de desconcierto y de crítica permanente. En realidad, allí la escritura es crítica y la crítica es, a la vez, escritura. No se trata de una tautología. Ocurre que en Goytisolo coexisten y se imbrican la literatura crítica y la crítica de la literatura; una y otra no se conciben divorciadas.

III.- ¿Quién escribe en estos libros? ¿Desde dónde escribe? ¿Existe, en puridad, un escritor? La ambigüedad, la polivalencia, las transiciones variadas y abruptas que traza la escritura instauran un universo deliberadamente bastardo. ¿Dónde está el narrador de reivindicación, de Juan sin Tierra (1975), de Makbara (1980), de Las virtudes del pájaro solitario (1988)? Es difícil determinarlo si seguimos los cánones tradicionales. Ninguna de las palabras habituales de la terminología literaria nos ayudan a identificarlo o a clasificarlo. Persona, máscara, narrador, son los términos empleados comúnmente en estos casos, y todos ellos se refieren al portavoz de una obra. Pero, hay que insistir, en las piezas de Goytisolo el narrador, la persona o la máscara no son, es evidente, el “yo” de la obra, y no lo son porque el “yo” que puede rastrearse en ellas es esquivo, equívoco, errático, errabundo.

IV.- En estos libros de
Goytisolo habría lo que alguien ha llamado un “autor implícito”. Nosotros, lectores, y por tanto mal acostumbrados, siempre tenemos la necesidad de saber dónde estamos parados, cuál es el mundo de valores en el que nos adentramos y dónde quiere un autor que nos situemos. Pues bien, el autor implícito en Reivindicación, en Juan sin Tierra, en Makbara, ese autor implícito que es y no es Juan Goytisolo, ese autor nos propone la aprehensión de un todo artísticamente completo y cuya piedra de toque fundamental, el principal atributo con el que está comprometido, es el que queda expresado por y en la forma única y total que nos ofrece. Vale decir: este autor implícito elige, consciente o inconscientemente, lo que leemos.

V.- La ruptura que ha lle-vado a cabo Juan Goytisolo es doble. Es, primero, una ruptura ética, porque ha ido contra la hipocresía, los prejuicios, los hábitos mentales y las represiones no sólo de sus paisanos sino del hombre en general, de todos nosotros, los que porfiamos en sobrevivir enmascarados. Pero esa ruptura ha sido también estética: pulverizar las formas, renegar de los vehículos establecidos, proponer un nuevo pacto literario, no son sino prolongaciones necesarias, imprescindibles, de aquella ruptura ética. Y, sobre todo: demandar a una lectura en voz alta de unos textos cargados de un lenguaje que apela al encantamiento oral.

A cierta altura de su obra, en efecto, Goytisolo apostó por un estilo (por un destino) literario que lo acercaba a la formulación y a la formulación poética. No sorprende, entonces, que ahora haya pergeñado los nueve poemas que aquí se dan a conocer. Son la consecuencia y el resultado de una elección hecha muchos años atrás. Por último, una aclaración: el propio autor autorizó la publicación de estas piezas en nuestras páginas, y ellas aparecen acompañadas de una breve Liminar en la que se informa sobre su gestación.

Ardores, cenizas, desmemoria

Decir que fui visitado sin invitación alguna por los nueve poemas aquí reunidos se ajusta rigurosamente a la verdad. Cierto es que una gran parte de mi obra novelesca a partir de Don Julián es a la vez prosa y poesía. El ritmo de las voces narrativas responde a las disposiciones del lector dotado de oído literario y musical, razón por la cual su lectura ideal sería una audición, la escucha del texto leído en voz alta.

La afloración de estos fue imprevista. Emergió mientras paseaba, leía o redactaba algún artículo en forma de versos que me apresuraba a plasmar con el bolígrafo en cualquier papelillo por temor a que se borraran y cayeran en el olvido. Luego, acudían de pronto, por rachas, corregidos y aumentados, parasitando mi mente a lo largo del día, en el duermevela y al salir del sueño, como si hubieran proseguido, sin ser consciente de ello, su quieta labor nocturna.

Los versos que figuran en cursiva reproducen frases del demiurgo en Telón de boca y de La celestina o figuran en las actas de algunos procesos inquisitoriales a los relajados al brazo secular. Su formulación exacta la hallé en Crimen sin castigo de Vitali Shentalinski, sobre las purgas y ejecuciones del estalinismo.

Liminar de Juan Goytisolo

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Fuente: Excélsior


Source: Crealo