- Ricardo Tapia, fisiólogo de la UNAM, rebatió los argumentos que la señalan como una droga peligrosa
- En el encuentro se abordó el consumo desde un enfoque social y multifactorial
A finales de 2013, Uruguay se convirtió en el primer país en el mundo en regular todo el proceso de producción, distribución y venta de la mariguana. La noticia avivó el debate sobre si se debe despenalizar el uso y consumo de esta planta con argumentos provenientes de distintos ámbitos, desde el científico hasta el económico.
A estas alturas del siglo XXI no se vale que hagan leyes que prohíban, en este caso las drogas, sin considerar a la ciencia actualizada; por eso pregunto: ¿por qué está prohibida la mariguana?, cuestionó Ricardo Tapia Ibargüengoytia, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Comentó que la situación legal de la mariguana hoy día tiene sus orígenes en una ley adoptada en 1937 en Estados Unidos, promovida por Harry J. Anslinger –primer comisario de la Oficina Federal de Narcóticos de ese país–, que imponía una serie de impuestos con el propósito de disuadir su consumo.
Años más tarde, en 1961, se prohibió oficialmente la mariguana y se le colocó en el rubro de las drogas más peligrosas, en gran medida, recordó el doctor en bioquímica, por la campaña en contra de la planta que se realizó en ese entonces. Anslinger hizo pública la proclama de que una sola inhalación de la mariguana podría volver al fumador violador, asesino y ninfómano; relacionó la droga con los migrantes mexicanos y los negros, que para él eran consumidores, por ende, violadores, asesinos y ninfómanos.
El investigador, quien también es integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), refirió una amplia literatura durante su ponencia en el 16 Congreso de Investigación en Salud Pública. Comentó, por ejemplo, que se reconoce que no más de 9 por ciento de las personas que consumen mariguana se vuelven adictas. La adicción que produce es mucho menos grave, no hay síntoma de abstinencia tan aguda, si se compara con otras drogas, afirmó.
También habló sobre los efectos adversos que se han identificado de la cannabis sativa en la memoria a corto plazo, la coordinación motora y el juicio, por ejemplo. Sin embargo, se presentan fundamentalmente cuando la mariguana comienza a usarse en la adolescencia. Incluso los artículos que documentan los daños que produce la mariguana reconocen los efectos médicos benéficos en el dolor crónico, la inflamación, la esclerosis múltiple y la epilepsia, entre otros.
El efecto de esta droga en los jóvenes es algo que nadie niega y debe insistirse sobre eso, sin embargo, se dice que no se pueden adjudicar totalmente estos daños al consumo de la mariguana, porque se ha demostrado que el ambiente influye mucho, así como la genética del individuo, pues no todos los adolescentes tienen daños posteriores, afirmó.
Aseguró que como cualquier droga de las llamadas legales o ilegales, los efectos negativos pueden ser mayores en el desarrollo durante la infancia y la adolescencia.
Un enfoque benéfico
En su intervención en la misma mesa de discusión, titulada Controversias en la propuesta en el consumo de la mariguana en México, María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, sostuvo que abordar el debate desde el enfoque de salud pública es útil, porque permite reconocer diferencias entre las drogas y sus riesgos, pues estudia las sustancias en su interacción con los usuarios o que tienen potencial para emplearlas, que viven en ambientes con mayor o menor riesgo, y que son más o menos vulnerables a probarla y al pasar del uso a la dependencia por una combinación de factores tanto heredados como adquiridos.
El enfoque de salud pública también reconoce los costos de las políticas, busca el beneficio de la población y tiene todos los elementos para ofrecer esquemas y evaluarlos, indicó la también integrante de la AMC y de El Colegio Nacional.
Agregó que a pesar de que comúnmente se piensa que la mariguana es una droga de inicio para otras más duras, la evidencia científica muestra que no es así, que son pocos los casos en los que esto sucede y que este cambio está más asociado a factores de riesgo y no a la sustancia en sí, además de que tampoco se ha documentado mortalidad asociada con su consumo.
Sobre el tema de la comercialización de la cannabis, Medina Mora consideró que el enfoque de libre mercado no es el más adecuado, sobre todo por las experiencias que se han tenido con el tabaco y el alcohol, ya que en ambos casos se ha visto que los intereses económicos han prevalecido sobre los de la salud.
No hay una empresa, sobre todo de alcohol, que no busque el beneficio económico. Cuando intervienen los intereses económicos es difícil que se pueda regular, pero lo mismo pasa con la comida chatarra y cualquier producto que tiene una ganancia; por eso se piensa en algunas regulaciones en las que el Estado tenga control para que eso sea posible, expuso la doctora en sicología.
En el panel también participó Alejandro Mohar Betancourt, de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), quien sostuvo que el primer problema que tendría México al intentar legalizar la mariguana es que, junto con más de 190 países miembros de la ONU, firmó la Convención Única sobre Estupefacientes en 1961, la cual prohíbe el uso de cannabis.
De ahí los cuestionamientos que se han hecho a Uruguay y algunos estados de Estados Unidos, naciones firmantes del convenio, agregó.
En Estados Unidos 23 estados permiten la prescripción médica de la mariguana. Sin embargo, es importante señalar que la despenalización del uso recreativo y medicinal es estatal, el gobierno federal de Estados Unidos no reconoce de ninguna manera ni autoriza el uso recreativo de la mariguana. Ahí hay un embudo en la discusión, porque hay una verdadera dualidad en la postura y eso impacta a escala internacional.
Por otro lado, desde el punto de vista médico, expresó dudas sobre si nuestro país está capacitado para regular la mariguana en usuarios menores de 18 años, hasta cierto punto se ha podido en Uruguay, porque son menos de 3 millones de habitantes, pero en México somos 112 millones, afirmó el doctor en ciencias en epidemiología.
Sobre la posibilidad de que la JIFE flexibilice su posición respecto de permitir el uso de la cannabis, Alejandro Mohar comentó que recientemente hubo cambios en las personas que conforman la junta. Nos quedamos los que pensamos que la mariguana se puede regular, por eso creo que hay una buena oportunidad para que la JIFE, con propuestas razonables de la comunidad, pueda mover la discusión en torno a las drogas, apuntó el integrante de la AMC.
El 16 Congreso de Investigación en Salud Pública se llevó a cabo a principios de marzo pasado en Cuernavaca, Morelos.