Un nuevo estudio muestra que las células nerviosas y los vasos sanguíneos en el ojo se comunican constantemente para mantener un flujo de sangre saludable y prevenir enfermedades.
Estas neuronas producen una sustancia química esencial para la supervivencia de los vasos sanguíneos y la supervivencia y la función de los fotorreceptores, las células más importantes para mantener la vista
“Estas neuronas producen una sustancia química esencial para la supervivencia de los vasos sanguíneos y la supervivencia y la función de los fotorreceptores, las células más importantes para mantener la vista”, explica el profesor Martin Friedlander, el autor principal del estudio realizado en el Instituto de Investigación Scripps (TSRI, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos.
Para ser un órgano tan pequeño, el ojo es extremadamente complejo. La luz entra a través de la pupila y pasa a través de cuatro capas de la retina antes de llegar a los fotorreceptores sensibles a la luz.
“La retina tiene una arquitectura muy sofisticada (…) Si hay un poco de exceso de líquido, algo de hinchazón o unas pocas células muertas, la luz no entrará correctamente y la visión puede verse afectada”, describe Friedlander.
La segunda capa intermedia de los vasos sanguíneos de la retina parece activarse durante periodos de bajos niveles de oxígeno y actúa como una “reserva” de los vasos sanguíneos en la retina.
Cuando los niveles del flujo de sangre y oxígeno son bajos, un factor de transcripción llamado factor inducible por hipoxia (HIF, por sus siglas en inglés) desencadena la producción de una sustancia química llamada VEGF.
Entonces, VEGF provoca un nuevo crecimiento de los vasos sanguíneos, llevando más oxígeno a la zona. Desafortunadamente, estos nuevos vasos sanguíneos pueden tener fugas de sangre y otros fluidos y oscurecer la visión.
En el nuevo estudio, el equipo se centró en las neuronas llamadas células amacrinas y células horizontales, que tienen un papel conocido en el “preprocesamiento” o ajuste de las señales eléctricas transmitidas al cerebro por parte de los fotorreceptores después de que han sido estimulados por los fotones de luz. Estas células llamaron la atención de los investigadores porque parecen envolverse alrededor de los vasos sanguíneos (todos juntos se llaman la vasculatura) de la capa intermedia.
Para tratar de averiguarlo, los autores “bloquearon” la producción de VEGF en las células amacrinas y horizontales en ratones antes de que nacieran. Así, encontraron que estos ratones nunca desarrollaron los vasos sanguíneos normales en la capa intermedia, lo que conduce a la degeneración de los fotorreceptores y el deterioro grave de la visión.
Los expertos encontraron que la supresión del gen para una forma de HIF, llamada HIF-1a, también dio lugar a una falta de vasos sanguíneos en esta área y los problemas de visión posteriores.
Esto proporciona una prueba más de que VEGF de las células amacrinas y horizontales realmente marca una diferencia en el crecimiento de los vasos sanguíneos. Para una mejor comprensión de la producción de VEGF en las células, los autores analizaron el papel de una proteína llamada VHL (von Hippel-Lindau), que normalmente mantiene los niveles de HIF bajos.
Tras anular el gen que produce VHL en amacrinas y células horizontales, los investigadores observaron altos niveles de HIF, sobreproducción de VEGF y un peligroso crecimiento de los vasos sanguíneos típico de muchas enfermedades de los ojos.
Finalmente, utilizaron una técnica llamada ablación genética para matar las células amacrinas y horizontales por completo y vieron que esto dio lugar a una falta de crecimiento normal de los vasos en la capa intermedia.
En conjunto, los experimentos confirmaron que las neuronas y los vasos sanguíneos en la capa intermedia se comunican para respaldar un crecimiento normal de los vasos sanguíneos, manteniendo un equilibrio entre el suministro de sangre suficiente y evitando el crecimiento excesivo de los vasos sanguíneos.