Los síntomas de la muerte desde diferentes perspectivas

Morir tiene su procedimiento y síntomas: algo así como un autodiagnóstico. Aunque el tiempo que desembocan en la muerte varían en cada ser vivo, las horas finales son muy parecidos a los padecimientos humanos.

De hecho, los avances y cuidados sedantes cuando se está acercando la hora final han hecho que sea muy raro morir con dolor. Pocos de nosotros experimentaran todos los sintomas de la muerte pero la mayoría vivirán al menos uno.

Estertor de muerte

Sospechábamos que el paciente no sobreviviría sin el respirador. Un coágulo había subido por un vaso sanguíneo a la parte trasera de su cerebro, y bloqueaba el flujo de sangre al área que controla el estado de alerta. Se moriría por no estar lo suficientemente despierto como para toser.

El ritmo del estertor de muerte comenzó cuando se le quitó el tubo para respirar y continuó hasta que falleció. Era un sonido de borboteo, de chisporroteo, como cuando se sopla aire con una pajilla hacia el fondo de un vaso de agua. La duración promedio desde el inicio de los estertores hasta la muerte es de 16 horas. En su caso, fue de seis.

El estertor de muerte es un síntoma de problemas para tragar. Normalmente, nuestra lengua sube a la parte superior de la boca y lanza la saliva, los líquidos o la comida hacia atrás. La epiglotis, una lengüeta que se encuentra en la garganta, se mueve hacia adelante para impedir que la sustancia tragada penetre a las vías respiratorias.

A veces la lengua lanza la saliva hacia atrás antes de que la epiglotis tenga tiempo de tapar la entrada a las vías respiratorias.

Otras, la lengua no empuja nada y la saliva baja por las vías respiratorias hasta los pulmones como un flujo constante. El estertor de muerte es el intento de los pulmones por respirar a través de una capa de saliva.

A pesar de la crudeza del sonido, no es probable que el estertor de muerte sea doloroso. La presencia del estertor no se correlaciona con síntomas de insuficiencia respiratoria.

 Para disminuir el volumen del estertor de muerte, recetamos medicamentos que reduzcan la producción de saliva. En ocasiones silenciamos el estertor con éxito. Las más de las veces, apaciguamos nuestra preocupación instintiva por un ruido que quizá suena peor de lo que se siente.

Falta de aire

La paciente era una mujer enjuta de ochenta y tantos años que fumó durante siete décadas. Los cigarros provocaron que, de tener una textura esponjosa, sus pulmones se convirtieran en bolsas de plástico infladas que se colapsaban cuando exhalaba. Era como si tratara de aplastar una bolsa de compras para sacarle todo el aire.

La falta de aire, esa incómoda sensación de tener dificultad para respirar, es uno de los síntomas más comunes del fin de la vida que los médicos tratan de aliviar. ¿Cuál es el tratamiento? Los opiáceos, por lo general morfina.

A veces las personas preguntan por qué el tratamiento para una respiración dolorosa es un medicamento que puede debilitar la respiración. Uno pensaría que los opiáceos empeorarían la falta de aire. La respuesta reside en la definición de por qué la falta de aire es incómoda en primer lugar.

Algunos investigadores piensan que la incomodidad por la falta de aire proviene de la discordancia entre la respiración que nuestro cerebro desea y la capacidad de los pulmones para inflarse y desinflarse.

Los opiáceos brindan alivio porque sintonizan el apetito de aire de nuestro cerebro con la cantidad que nuestro cuerpo les puede proveer. Desaparecen la “falta” de la falta de aire.

Otros creen que la cantidad de morfina necesaria para calmar la falta de aire puede tener muy poco efecto en nuestra capacidad de respirar. Puesto que la falta de aire y el dolor activan partes parecidas del cerebro, los opiáceos podrían funcionar sencillamente silenciando las señales de dolor del cerebro.

La paciente cambió sus cigarrillos por una mascarilla de respiración cuando llegó al hospital. Dejó de fumar por enésima ocasión e hizo planes para irse a casa y volver a vivir de manera independiente. Unos cuantos días después, su frágil armazón se cansó. Murió con tratamiento paliativo.

Agitación terminal

Dos días antes de morir, mi abuelo se puso a gritar. “¡Abran esa puerta y déjenme salir! ¡Ya mismo! ¡Es un engaño! ¡Abran esa puerta!”.

Eran los gritos de un niño perdido. Las cejas de mi abuelo, que habían ido desapareciendo con los años de afuera hacia adentro de manera que solo quedaba como un centímetro de vello gris hasta la mitad, se inclinaban una hacia la otra.

Hasta entonces, nos habíamos preparado para que estuviera ido y ausente. No para ese delirio agitado. No para la ira. Una poeta famosa escribió una vez que “morir es un arte, como todo lo demás”.


Source: Crealo