Pasó Yakiri tres años en la cárcel por matar a su violador

En una país de gobierno machista y misógino, la voz de la mujer se sigue mermando; sin embargo, el levantar la cara y hacerle frente a los problemas, es la mejor arma para obligar a las autoridades a dar un trato igualitario a mujeres y hombres», señaló la abogada Ana Katiria Suárez, autora del libro En legítima defensa. Lo anterior lo publicó el diario Debate.

En su obra, editorial Grijalbo, la legista con más de 16 años de experiencia narra el caso de Yakiri Rubio, joven que fue acusada por matar a su violador, el cual era protegido por las autoridades policiales, ya que se dijo era quien supuestamente distribuía drogas al personal de la Procuraduría de la Ciudad de México.

Ana Katiria Suárez habló sobre su libro y la desigualdad que existe en México al momento de juzgar a hombres y mujeres:

Abogada, ¿por qué toma la decisión de publicar un libro del caso Yakiri Rubio?

Desde que tomé la defensa de Yakiri sabía que iba contra un sistema viciado de injusticia, de corrupción y machismo; un sistema que lo primero que hizo fue catalogar a mi defendida como una prostituta narcomenudista que había matado a su amante, por lo que la Procuraduría nunca desprende una investigación de lo que ella declara. En el libro muestro todas las situaciones lamentables que tuve que enfrentar para poder llevar su caso, situaciones que creo no podían quedar en secreto.

¿Qué problemas enfrentó?

De entrada, toparnos con el juez Santiago Ávila, que desde el primer minuto que llegó el expediente a sus manos prejuzgó a Yakiri. A mí me dijo que el caso estaba muy claro, que la mucha era una asesina, y desde ahí se advertía la línea que el caso llevaría. Después me puse en contacto con el procurador capitalino, haciendo de su conocimiento de la detención injusta, y él me refiere que no me meta. Él por su cuenta hace varios comunicados de prensa en los que señala de manera misógina que la niña había entrado por cuenta propia al hotel, que conocía al supuesto agresor y ofreciendo todo lo que pudiera aminorar la culpa del violador. Claro, sin mencionar que la niña ya se encontraba recluida en Santa Martha Acatitla y que había sido agredida por reclusas porque recibieron treinta pesos por parte del hermano del occiso.

También me generó muchos problemas el encarar a Édgar Elías Azar, expresidente del Tribunal Supremo de Justicia de la Ciudad de México, quien me hizo comentarios inapropiados, como ofreciéndome ser la novia del presidente del Tribunal y después hablar del caso. Me niego, y arremete con comentarios agresivos diciendo que si él fuera quien la juzgara, la refundiría en la cárcel por el resto de su vida.

¿Actualmente esto no le ha generado conflictos laborales?

Por supuesto que sí. Tengo el marcaje especial de la Procuraduría. El impulso de mis asuntos es muchos más complicado que el de cualquiera porque hay una orden de dar complejidad a los asuntos que llevo yo. Pero esto ya lo sabía porque antes de publicar el libro un alto funcionario me dijo que pensara mucho por las consecuencias que pudiera tener.

¿Tiene miedo?

El miedo existe porque sabemos que para la autoridad de pronto ocurren los accidentes. Pero pertenezco al mecanismo de Protección a los Defensores de los Derechos Humanos y Periodistas, por lo que hay conmigo elementos de seguridad las 24 horas del día. Es desafortunado que aquellos que buscamos contar la realidad de acciones timoratas y a medias tintas no son suficientes. En el caso de la niña Itzel, junto con mi defendida Yakiri, se les acredita la legítima defensa y se les concede la razón, pero en los casos la Procuraduría no se atrevió a decir que era por una violación por la que se ejerció la legítima defensa y solo acusaron ataques físicos. Por estas cosas es por lo que no podemos seguir callados.


Source: Mexico