“La gente me va a aplaudir”: Darwin

Aquel habilidoso Darwin Quintero, el que descontaba rivales con sus movimientos de cintura en Santos y en equipos de Colombia como el Tolima, ha pasado inadvertido en su primer torneo con América.

Ha dejado de ser venenoso, preocupado más por mostrar su lado solidario ante el abrupto cambio que representó en su vida defender los colores del América. Por eso le tienen en la mira.

A Darwin Quintero la afición lo mantiene cuestionado todo el tiempo, en espera de que explote, pero él confiesa estar tranquilo, dormir bien y seguro de que “la gente me va a aplaudir cuando saque mi mejor versión”.

Ésa, según sus palabras, será el torneo que viene, cuando pase todo un proceso de adaptación con las Águilas. A pesar de toda la adversidad, puede presumir el campeonato de Concacaf y la aportación en el esfuerzo para recuperar balones.

La ofensiva es la parte morosa de Darwin Quintero, porque cuando arranca con velocidad no tiene esos precisos cambios de orientación que descompensaban a las zagas temblorosas que mostraba con Santos. Constantemente con el América cae en el error.

Sin embargo, la directiva le firmó por tres años y la apuesta es larga, le tendrán paciencia y no está ni remotamente cerca de abandonar el club.

“En Santos yo era el referente, ahora me he encontrado en un equipo plagado de estrellas. Tengo que empezar desde abajo y es un acto de humildad que me pone a prueba en todo momento. Estoy muy tranquilo, duermo bien y trabajo para conseguir frutos sabiendo que no vendrán tan rápido”.

Muchas mañanas, Darwin Quintero se sostiene en frases del orador motivacional Nick Vujicic, un hombre que carece de piernas y brazos.

“Me gusta la forma en que te ayuda a encarar cada día con valor, a no desanimarte. No voy a bajar los brazos en el América, me salgan o no las cosas. La gente que hoy en día me critica más adelante va a disfrutar con mi futbol y seguro me va a aplaudir”, señaló el colombiano.

Cree que con el tiempo, sus pies van a dictar el futbol en el América. Por lo pronto, Quintero trata de ser feliz en su nuevo club.

 

Excélsior