Hasta el pasado marzo se registraron 29 delfinarios con 330 delfines en cautiverio, y que operan de manera ilegal en México, denuncia Derecho Sin Fronteras (DSF).
Los delfinarios en México no son legales conforme a la estricta disposición del Código Penal, así como a la Ley General de Vida Silvestre, que prohíben y penalizan el aprovechamiento y daño de mamíferos marinos, a menos que haya una finalidad científica y de educación superior de instituciones acreditadas.
Sin embargo se tiene registrado que seis delfinarios del país operan con licencia expedida por la Secretaría de Media Ambiente y de Recursos Naturales (Semarnat), pero la Organización No Gubernamental (ONG) acusa que “su operación es de manera impune”.
“Los funcionarios públicos responsables de la expedición de estas licencias interpretan que los delfinarios tienen un objeto científico que de forma certera no tienen”, critica la ONG que inició una campaña llamada #DelfínLibre.
Dicha campaña consiste en la presentación de una investigación documental que explica la “realidad oculta” del negocio de los delfinarios, con el fin de terminar con el delito de la explotación y tráfico de delfines y mamíferos marinos en el país.
“Este turismo existe porque estas personas sienten simpatía e incluso cariño por los delfines. Sin embargo, desconocen que los delfines realizan las gracias y trucos en contra de su voluntad, creyendo que los delfines disfrutan de estas interacciones”, argumenta DSF en la investigación presentada.
Se trata de una investigación que Derecho Sin Fronteras realizó durante más de un año en los delfinarios de cada una de las empresas que operan el negocio en el país.
La organización dio a conocer la forma en que se obtienen a los delfines, a partir de criaderos, y de su captura, que se da por la separación de los delfines juveniles de sus familias.
Las autoridades gubernamentales y las propias empresas revelan que las principales causas de muerte de los delfines que mantienen cautivos son por enfermedades e infecciones respiratorias, de acuerdo con la investigación.
“Los delfines una vez que son víctimas del cautiverio al interior de estos establecimientos mercantiles, desarrollan padecimientos de salud física y psicológica generalizados y característicos; entre ellos, enfermedades causadas por el estrés continuo que afecta de forma terrible a su sistema inmunológico, como la neumonía”, explica la ONG.
Además informa que el espacio reducido y cerrado, aunado a la poca profundidad de la jaula, produce trastornos en el complejo sistema de ecosonar de los delfines, derivando en padecimientos semejantes al vértigo, desorientación y sordera en los humanos.
“Los trucos o gracias que son obligados a realizar, no sólo les costarán heridas visibles, sino también pueden terminar en infecciones que les ocasionarán una muerte dolorosa”, acusa DSF.
Además lamenta que los turistas que asisten a este tipo de espectáculos no tienen información sobre la procedencia, entrenamiento, aislamiento y padecimientos físicos y psicológicos de los delfines en cautiverio.
“Los turistas son engañados con publicidad que les hace creer que estos negocios tienen fines de conservación de especies. A medida que se difunde la realidad de este negocio, cada vez más personas desisten de pagar por la explotación y cautiverio de delfines”, concluye la investigación.
Los delfinarios en México son calificados como negocios de tráfico y explotación de mamíferos marinos, de acuerdo con las denuncias de la organización con sede en México. Estas compañías tienen su origen en la década de los setentas con Conmivar, propiedad de Jorge Hank Rhon González, empresario y político del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
PVEM ENGAÑA
La investigación realizada por DSF duró un año y medio y se llevó a cabo por activistas de la organización, al desplazarse directamente a casi 25 delfinarios de los 29 que existen. Una vez dentro, hablaron con empleados de los delfinarios, con ex empleados y también recolectaron muestras de agua dentro de las instalaciones.
El Presidente de Derecho Sin Fronteras, Víctor Hirales, lamenta que el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) difunda el logro de prohibir los espectáculos itinerantes con mamíferos marinos, pues esta disposición estaba establecida desde 2002.
“Me parece terrible que engañen a la gente porque los delfinarios itinerantes ya estaban prohibidos desde 2002 por la normativa mexicana. Esto se dio a partir de la indignación de la gente tras un suceso en la que transportaban en cajas de madera a dos delfines, donde fallecieron”, explica el también jurista fundador de Derecho Sin Fronteras e Investigador en Filosofía, Derecho y Bioética.
El activista explica que en México sólo existían dos delfinarios de ese tipo y operaban con el cobijo de las autoridades “ambientales”.
Durante un incidente de obtención de mamíferos marinos en la costa del Pacífico de Baja California Sur al terminar el año 2000, se prohibió la captura de estas especies en aguas mexicanas desde 2002, tras suscitar la indignación ciudadana nacional e internacional. El Congreso de la Unión también prohibió la importación y exportación de mamíferos marinos desde 2006.
Sin embargo, no se considera un delito ambiental grave la privación o daños a la vida de mamíferos marinos, según el Código Federal de Procedimientos Penales.
SinEmbargo