Hace unos meses, las redes sociales entablaron una discusión por las franjas de un vestido, ¿blanco y dorado o azul y negro?, parecía que todo el mundo se había vuelto daltónico, ahora, la revista Current Biology trata de explicar el motivo de la controversia.
El fenómeno de “el vestido”, que arrasó durante unos días en internet y los medios de comunicación el pasado febrero, supone la mayor evidencia de las diferencias individuales en la percepción del color documentada hasta el momento, señaló el nerociestífico Bevil Conway del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Hace tiempo que se sabe que algunas ilusiones ópticas pueden hacer que se vean dos formas diferentes en una misma imagen, pero en el caso de la fotografía de “el vestido” es la primera vez que una imagen podía ser vista de colores diferentes, dependiendo de cada persona.
Pero por mucho que se encendió el debate en internet no se llegó a un acuerdo sobre el color, por lo que Conway y su equipo diseñaron un experimento en el que pidieron a la gente que identificara en una paleta completa los colores qué vieron en “el vestido”.
Para ello, preguntaron a mil 400 personas de las que 300 no habían visto antes la prenda y los investigadores hallaron “impresionantes diferencias individuales en la percepción del color”, que se dividían en tres grupos: blanco/dorado, azul/negro y uno menos numeroso que lo veía azul/marrón.
Además, descubrieron que la percepción de los colores variaba según la edad y el sexo, así las personas mayores y las mujeres tendían a verlo blanco/dorado, mientras que los jóvenes se decantaban más por negro/azul.
Conway considera que esas diferencias en la percepción “pueden responder al tipo de luz que el cerebro de los individuos espera que haya en su ambiente”, es decir, los que perciben “el vestido” como blanco/dorado puede que estén más expuestos a la luz natural, pero quienes suelen vivir rodeados de fuentes de luz artificial lo ven negro/azul.
La gran pregunta abierta es “qué causa esas diferencias en la población” y una explicación, según Conway pude ser considerar cómo la luz se contaminada por la iluminación externa (un cielo azul o una bombilla).
En ese caso, el sistema visual de la persona tiene que decidir si ignora las longitudes de onda azules, más cortas, o las rojas, más largas, es “esa decisión la que puede cambiar como ves ‘el vestido'”, señaló.
Otro grupo de investigadores, alemanes de la Universidad de Giessen, pidieron a 15 personas que observaran la fotografía en una pantalla con colores bien calibrados y bajo iluminación controlada, tras lo que debían ajustar el color de un disco para que coincidiera con lo que veían.
Bajo esas condiciones específicas, las franjas del vestido que normalmente la gente veía amarillas o azules, los participantes en el experimento dijeron que veían un “rango continuo de tonos desde el azul claro al oscuro”.
Sin embargo, “el vestido” no se habría convertido en viral si hubiera sido verde y negro o naranja y negro, según el científico cognitivo Michael Webster, de la Universidad de Nevada, para quien este caso forma parte del creciente número de evidencias que señalan que “el ojo humano tiene más a confundir objetos azules con iluminación azul.
Webster también recurre a la luz que nos rodea para buscar una explicación y señala que las diferencias en la percepción del color es posible que vengan de cómo el ojo evoluciona en presencia de la luz natural.