Paul Mason ya no es uno de los hombres más gordos del mundo. Pesaba 440 kilogramos de peso, cansado de su falta de movilidad y ser una carga para su pareja, Rebecca Mountain, cambió hábitos de alimentación y bajó 285 kilos.
Con 155 kilos de peso, la vida de Mason cambió, pero también su aspecto y estéticamente se sentía como un muñeco de cera derritiéndose. La piel le colgaba, le desmoralizaba verse al espejo.
Por ello Paul decidió someterse a una operación para remover su flácida piel, sin embargo el Servicio Nacional de Seguridad (NHS) de Reino Unido se negó a aprobarle la cirugía…
Su opción fue viajar a los Estados Unidos para ser operado en Nueva York, donde un equipo de expertos cirujanos removió los kilos de más del cuerpo de Mason.
Cerca de nueve horas en el quirófano y 25 kilos de piel menos fue el resultado de la exitosa operación.
Esta operación para remover el exceso de piel mejorará mucho las cosas en mi vida cotidiana”, señaló a la BBC.
Atrás quedó su rutina, en la que gastaba cerca de 100 dólares diarios para comprar y consumir comida chatarra. También las anécdotas tristes, como aquella de 2002, cuando fue necesario derribar la pared frente a su casa para que pudieran introducir una carretilla elevadora y ponerlo en una ambulancia ante la urgencia de intervenirlo debido a una hernia.
Excélsior