En espacios interiores, el tabaquismo desprende una fuerte cantidad de sustancias peligrosas. Más de 50 ocasionan efectos adversos a la salud y más de 10 son potencialmente cancerígenas, explicó Rodolfo Sosa Echeverría, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Al subrayar la reducción de la tasa de mortalidad por tabaquismo y protección a los no fumadores tras la Ley de Protección a la Salud de los no Fumadores en el Distrito Federal (2004) y el Reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco (del 2009) en las 32 entidades del país, el académico de la UNAM indicó que los entornos cerrados (oficinas, casas habitación, centros comerciales y vehículos), tienen “problemas ambientales por resolver” como fuentes de combustión, de aplicación de solventes, aromatizantes o limpiadores, materiales como alfombras, plafones o conglomerados o fotocopiadoras, entre otros. Los fumadores adicionan un riesgoso factor contaminante sobre cuerpos de agua, ecosistemas, materiales, además de la propia población.
Los contaminantes atmosféricos que se producen en los interiores se unen a aquellos que penetran del exterior y se dispersan o se depositan como diferentes gases y partículas, explicó el doctor en ingeniería ambiental. La contaminación atmosférica en la ciudad de México es crítica, es una región donde prácticamente todas las zonas presentan calidad del aire no satisfactoria.
El experto recordó que desde la década de 1970 se reconoce el “síndrome del edificio enfermo”, luego de que la gente comenzó a presentar molestias como irritación de ojos, mareos y náuseas, asociados a su presencia en algún sitio interior. En la actualidad, en esos entornos se conocen fuentes de tipo químico y biológico, además de las condiciones físicas. Por ello, “también debemos cuidar factores como la humedad y temperatura, que nos indicarán el índice de confort”.
MVS