Es muy probable que anorexia o bulimia sean conceptos que se asumen lejanos. Posiblemente, gran parte de la población asocie la idea de comer a placer, mantenga una dieta relativamente saludable, no sienta ningún remordimiento tras comerse trozo de tocino y mantenga unos pequeños rollos en el abdomen que no afectan demasiado a su autoestima. Definitivamente, si es así, no se padece un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).
En la última década, estos trastornos mentales parecen extenderse como la pólvora, especialmente entre las más jóvenes. A pesar de su importancia, son enfermedades poco conocidas por un sector importante de la población y todavía son frecuentes algunas creencias erróneas como las que se enumeran a continuación.
“No puede tener anorexia… pero si se ve bien”
Las personas con TCA no siempre están muy delgadas. La apariencia física de una persona que sufre anorexia o bulimia puede ser completamente normal.Asumir que sufrir un TCA implica presentar una delgadez extrema o un aspecto demacrado dificulta la detección del mismo.
“Si esto son cosas de adolescentes… se le pasará”
Los TCA no siempre comienzan en la adolescencia. La anorexia normalmente presenta un inicio más temprano que el resto de los trastornos de la alimentación, entre los 12 y 18 años.La bulimia suele comenzar pasada la adolescencia, entre los 18 y 25 años. Tanto el TCANE como el trastorno por atracón presentan patrones de inicio más heterogéneos, comenzando en muchas ocasiones en plena edad adulta.
“¿Anoréxico? Pero si esto es cosa de jovencitas”
Un TCA no es una enfermedad que afecte exclusivamente al género femenino. Es cierto que una amplia mayoría de los casos diagnosticados son mujeres, sin embargo existe un nada desdeñable 10 por ciento de género masculino.Esta proporción está aumentando. El número de chicos y hombres que acceden a los servicios de atención psicológica por un TCA está creciendo en los últimos años.
“Es una enfermedad nueva, antes no había anorexia ni bulimia”
Los TCAs no son enfermedades que hayan surgido en las últimas décadas. Los primeros casos documentados se remontan al siglo XVII.Nadie duda de la reciente escalada de este tipo de trastorno, su relación con el canon de belleza dominante y con la presión normativa que éste ejerce sobre los más jóvenes.
Sin embargo, una persona no padece un TCA porque ha visto muchas revistas de moda. Lógicamente, la inclinación por una estética corporal determinada sirve de sustrato para el desarrollo de la enfermedad, pero el problema real presenta raíces más profundas.
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