En base a la premisa en la que la forma del urbanismo en Chihuahua ha generado exclusión y marginación, el arquitecto Oscar Chávez, cofundador de Urbánika, ofrece una perspectiva sobre otro factor responsable de casos como el de Christoper Raymundo.
El especialista detalla que las noticias que han trascendido a nivel nacional -e incluso internacional-, hablando aquí del caso Christopher, no son ajenas a la planeación urbana, misma que se encuentra a cargo de autoridades municipales.
Explica que el crecimiento exponencial de las últimas tres decadas de las ciudades del norte de México han generado un boom inmobiliario que tiene como base el desarrollo de territorios ejidales baratos, mismos que se encuentran lejos de la mancha urbana, pero que no tienen relación entre ellos ni relación con la ciudad o estado.
Desdeña la posición de las autoridades o la respuesta a estos casos, creando políticas de intervención encaminadas solamente a las pláticas, programas culturales y recreacionales, “con la esperanza de conseguir metas o resultados sociales”.
En relación a este contexto, Oscar Chávez detalla que se ha prestado poca atención a las implicaciones que tiene el desarrollo de la ciudad sobre las dinámicas sociales, citando al urbanista Camilo Sitte en relación a los elementos inseparables de la forma urbana y el orden social.
Propone que la única estrategia de intervención que puede dar resultados es la que comprenda fenómenos urbanos, explicando que lo sucedido a Christopher reúne problemáticas familiares, sociales pero también relacionados con la “planeación permisiva”.
El término “planeación permisiva” (de otro autor) es cambiado por Oscar Chávez como “urbanismo inconsciente”, en el cual se refleja los problemas generados por la construcción de colonias o ciudades que no antienden todos los aspectos para que un ciudadano se incluya.
“Seamos conscientes de las formas de la ciudad. De cómo se materializan en el territorio. Esto está íntimamente relacionado con los —a veces, desgarradores— procesos sociales. Pensemos la ciudad como el escenario de lo social. Uno que evite la exclusión y marginalidad”, concluye.