Abstenerse y anular el voto, no sólo no cambiará “absolutamente nada” en la elección, sino que beneficiará a aquellas fuerzas políticas que se pretende castigar: se les dará más representación y con ello más curules, prerrogativas, mucho dinero y, claro, más spots de radio y televisión, explicaron politólogos y especialistas en materia electoral consultados por SinEmbargo.
Durante las últimas semanas se generó un debate entre intelectuales, académicos y activistas sobre votar o no votar en los comicios de este domingo. Pero, ¿qué se gana y qué se pierde al tomar una u otra decisión?
Votar en blanco, anular el voto e incluso no votar y quedarse en casa en una parrillada, viendo el futbol con una cerveza helada y abstenerse de ejercer el sufragio, son algunas de las opciones que están en la mesa, todas ellas como formas de “castigar” a los partidos. De tomar una especie de “venganza moral”.
Sin embargo, todas ellas no conducen a una sanción contra los institutos políticos y, por el contrario, pueden favorecerlos.
En la jornada de hoy se diputan 2 mil 179 cargos de elección popular federal y elecciones concurrentes, donde destacan nueve gubernaturas –Baja California Sur, Sonora, Nuevo León, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Michoacán, Guerrero y Campeche–. Además, en Ciudad de México se elegirán a todos los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y a los titulares de las 16 delegaciones de la capital del país.
El no votar tiene consecuencias y aunque las elecciones que hoy se realizan están enmarcadas en un contexto de desánimo generalizado entre la población, por la conducta y las actitudes de la clase política en general, los elevados índices de violencia e impunidad, y los escándalos de corrupción, “hay que armarse de valor y salir a votar”, dijo Arturo Alvarado Mendoza, director del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (Colmex).
“Votar nulo es una manera de participar, hay que entenderlo, pero tiene sus consecuencias. No votar diciendo: ‘váyanse al diablo, no son legítimos’, no incide, no cuenta. Si uno va y anula el voto ya participó, uno más que votó, pero a la hora de hacer el cómputo distrital a cada partido se suma un porcentaje mayor, porque se descuentan todos los nulos. Eso le puede ayudar a ciertos partidos a obtener el registro y a los que triunfen les da un mayor número de votos. De pronto va a resultar que el partido que menos hubiera querido que ganara, tiene un porcentaje mayor y llega a la Cámara con más diputados”, explicó.
De acuerdo con Arturo Alvarado, el enemigo a vencer, llámese como se llame, es el que gana justamente con el voto nulo o con el abstencionismo.
“Hay que pensar en el menor daño posible y pensar qué candidatos pueden tener una manera de protestar contra otros. Puede haber una opción que no tenga una coalición mayoritaria, pero puede tener mecanismos de control. Hay qué pensar en ¿cuál es el peor enemigo que puede tener este país? Pensemos en eso. Hay grandes posibilidades de votar, la votación no está decidida. Hay que votar estratégicamente, por la opción política que hace menos daño. Si no me presento, entonces dejo que hagan lo que quieran”, indicó.
No votar le resta legitimidad a los gobiernos, pero en México no resuelve el problema de fondo para contar con un gobierno distinto, agregó. La participación tipo “boicot” y decir: “vamos a decirles que son unos desgraciados”, puede producir un resultado adverso, afirmó el especialista.