Aunque no la usamos con frecuencia, reconocemos fácilmente la palabra “titilar”. Sabemos que se refiere al centelleo, o destellos luminosos intermitentes, que emiten las estrellas en el firmamento. Hay incluso canciones que dicen que las diminutas estrellas titilan como diamantes.
Las estrellas no titilan. De hecho, nadie diría que el Sol, que es ciertamente una estrella, exhibe este parpadeo. Sin embargo, para todos es claro identificar a las estrellas con el fenómeno que, en palabras de Pablo Neruda, hace que, cuando la noche está estrellada, tiriten los astros a lo lejos.
¿Qué hace que reconozcamos a las estrellas en el firmamento por su peculiar titilar? Más aún: ¿por qué los planetas que se ven a simple vista en una noche despejada, como Venus, Marte, Júpiter y Saturno, se ven como puntos fijos y no titilan?
La respuesta está en la atmósfera de la Tierra. Sus capas y temperatura son culpables de la distorsión que se produce sobre la radiación que proviene de las estrellas. A medida que los rayos de luz cruzan la atmósfera son desviados por el fenómeno de la refracción (el que hace que una lupa concentre rayos de luz).
La atmósfera, además, está siempre en movimiento, temblando como si fuera una gelatina y generando la llamada turbulencia atmosférica, por lo cual la luz que llega a nuestros ojos parece ‘temblar’, cuando lo que en realidad tiembla es la atmósfera terrestre.
Lo mismo sucede cuando viajamos por una carretera en un día caluroso, y vemos las imágenes distorsionadas a lo lejos, en este caso por la turbulencia del aire caliente cerca del suelo. Esta es una de las principales razones por las que los observatorios astronómicos se ubican en zonas altas, para evitar el efecto perturbador de las capas de la atmósfera sobre las imágenes.
Y en cuanto a los planetas, pese a ser mucho más pequeños que las estrellas, están más cerca, por lo cual aparecen como puntos más grandes y el haz de luz es mayor; por lo tanto, se ve menos afectado por la atmósfera y, pese a moverse, una parte se mantiene llegando a nuestra pupila.
Para salir de dudas se podría comprobar que desde el espacio, la luz de las estrellas permanece inmóvil y estas no titilan.
El Universal