Hay personas que aman tanto su trabajo que en su vida cotidiana buscan incluir aspectos que vistos desde otros ojos pueden parecer excesivos o incluso ridículos.
Jenny Buckleff trabajaba anteriormente como embalsadora en una funeraria y decidió hacer algo excepcional para su boda por lo que eligió ser remolcada por la ciudad en un féretro arrastrado por una moto.
“En vez de entrar en un carruaje voy a aparecer en un ataúd”, explicó.
La atrevida novia no avisó a los invitados de sus planes, bajo la apuesta de generar controversia al momento de entrar al templo.
A su llegada, causó sorpresa y confundió a todos los invitados, incluso a su prometido Chris, sin embargo, éste optó por seguirle la corriente y consumar su peculiar matrimonio.
Jenny y Chris se conocieron seis meses antes y se comprometieron a los treinta días.