Hace un año, el 3 de marzo del 2014 se terminó la búsqueda de una madre por localizar a su hija con vida luego de que desapareciera 36 días antes en pleno Centro de la ciudad. El cadáver de Esperanza Manuela Chaparro Sáenz fue encontrado en los “Cuernos de la Luna” de la Sierra de Nombre de Dios, ese lugar místico y extraño que tantas veces ha sido testigo de feminicidios y también de ejecuciones.
La joven apenas tenía 19 años y estaba a punto de iniciar el cuarto semestre en la carrera de administración agroindustrial en la Facultad de Ciencias Agrotecnológicas (Faciatec) de la UACh, sin embargo, el domingo 26 de enero desapareció cuando salió de su trabajo a eso de las dos de la tarde en una mercería de la calle Victoria, a unos metros de Palacio de Gobierno.
La búsqueda fue incesante de parte de sus padres María Trinidad Sáenz y Elías Chaparro, quienes en compañía de sus pequeños hijos se dieron a la tarea de buscar a Esperanza a través de pesquisas y exigiendo los videos de las cámaras de vigilancia y del registro en las estaciones del ViveBús, todo en vano, pues según argumentó la desesperada mujer que vivió sumida en la angustia ante la desaparición de su hija, la burocracia dejó todo en intenciones.
La familia se acercó a la activista Norma Ledezma, fundadora de la asociación civil Justicia Para Nuestras Hijas, por lo que las protestas comenzaron en la Cruz de Clavos, símbolo de los inacabables y brutales feminicidios tan característicos de Juárez y Chihuahua, y en donde un mes después de la desaparición se conglomeraron para exigir justicia y el apoyo de parte del gobierno estatal.
Pero la búsqueda cesó para una familia de clase obrera, cuyo padre hasta renunció a su trabajo en una maquila del sur de la ciudad para poder encontrar a Esperanza, entre los días 2 y 3 de marzo del año pasado, cuando la Fiscalía General del Estado los llamó para identificar un cadáver que resultó ser el de la joven estudiante.
Fue violentada sexualmente y asesinada de un certero golpe en la cabeza, tenía cuatro semanas de haber muerto y junto a sus restos también encontraron varias cartas escritas por ella misma, y las cuales fueron utilizadas por las autoridades para dejar entrever que Esperanza estaba deprimida y por ello se “puso en riesgo”
Una dolida e indignada madre salió a la defensa de su hija dos días después, al ofrecer una rueda de prensa que descartaba tal conjetura y en donde exigió hasta el cansancio justicia para Esperanza.
Un año después de la devastadora noticia que cambió la vida de la familia y que se llevó su esperanza, aún no llega la justicia que tanto clamaron en la tristemente célebre Cruz de Clavos que sumó otro nombre, el de Esperanza.